30 EMILIO DE DIEGO GARCÍA
da pasión nacional”15. Una francofobia permanente, según el encargado de
negocios francés en Madrid. El diplomático galo se mostraba convencido
de que la simpatía por la causa alemana se debía al temor de las clases privilegiadas,
“conservadoras e inmovilistas” a que el triunfo de los aliados
pudiera provocar cambios que les hicieran perder su posición dominante, en
todos los terrenos. Más aún, siempre según su criterio, el propio rey temería
que el hundimiento de los Imperios Centrales pudiera llevarse por delante
la monarquía española16. En ese supuesto Alfonso XIII se habría negado a
creer en una derrota completa del Kaiser, y a romper con Alemania, incluso
cuando la contienda, a la vista de los informes franceses, estaba decidida.
Portugal y Francia estimaban que España había obtenido demasiados
beneficios económicos, sin haber compartido el esfuerzo exigido por la
guerra. No parece un argumento sólido, sino la expresión de una especie de
“pataleta”, en particular desde el disgusto del gobierno portugués de Lisboa
por la escasa compensación obtenida por Portugal. Más allá de las acusaciones
franco-portuguesas, el peor escenario posible de la victoria aliada
sería el aislamiento de España, privada de la alternativa del apoyo alemán.
Un riesgo que pronto sería desactivado. La situación geopolítica en el Mediterráneo,
particularmente en el norte de África, quedaba bajo el absoluto
control de Londres y París. Los gobiernos españoles podían verse obligados
a una estricta subordinación a la política franco-británica. Sin embargo las
relaciones con los franceses mejoraron pronto, a pesar de que Francia miraba
con especial disgusto las apetencias españolas sobre Tánger.
En la primavera de 1920 el embajador francés, conde de Saint-Aulaire
pronunció cálidas palabras de elogio a España. Algo parecido a lo que
haría el presidente de la Asamblea Nacional, Deschanel. La aproximación
hispano-norteamericana y el temor francés a una relación entre Washington
y Madrid, que abriera la puerta a los intereses económicos norteamericanos
en España, en detrimento de Francia, motivó el cambio en la posición francesa.
Así pues, acabada la guerra, España maniobró bien para alcanzar la
mejor situación posible en el ámbito internacional. Potenció un hispanoamericanismo
que reforzó el papel español en el mundo y supo acercarse
a EE.UU y a Inglaterra para neutralizar las posibles presiones de Francia.
¿Significó algo positivo para la cuestión de Marruecos? Ciertamente sí, al
menos para mantener allí nuestros intereses. Otra cosa sería la evolución
política interior.
15 Ibídem.
16 Ibídem.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 30-74. ISSN: 0482-5748