DE ANNUAL A PIZARRA 345
dir las etapas y ordenar en adelante hasta ver cumplido el final designio. Para
levantar estas arduas obligaciones se siente asistido, como necesitará estarlo
constantemente, de la confianza y patriótico aliento del pueblo español.
Ha aprontado este con noble virilidad los hombres y los recursos necesarios,
y no ha sido vano su esfuerzo, puesto que se han conseguido ya cuantos
objetivos señaló el Gobierno a las tropas expedicionarias, venciendo gloriosamente
todas las resistencias del enemigo.
Podría darse por terminada la campaña si su finalidad estuviera limitada
a reparar el revés desastroso padecido en el mes de julio; pero no correspondería
el Gobierno al esfuerzo que ha realizado la nación si no hiciera lo
necesario para sentar en el litoral de nuestra zona el apoyo militar que puede
necesitarse para ejercer el Protectorado genuinamente político.
El esfuerzo militar será menor en cuanto los elementos hostiles de nuestra
zona, y de un modo especial los que pueblan la parte denominada bahía
de Alhucemas, se convenzan de que España está dispuesta a vencer todas las
resistencias que se opongan al cumplimiento de nuestro designio.
Ello no ha de obligar al Gobierno a mantener indefinidamente en Marruecos
los contingentes actuales; no permanecerán allí más que los que se
estimen precisos; pero se mantendrán los que sean necesarios para que se
convenzan los naturales de nuestra zona de que España, en su deseo de ejercer
un Protectorado bienhechor, está decidida a vencer con la fuerza de las
armas las resistencias que se opongan al cumplimiento de la misión que los
tratados nos asignan y que un supremo interés nacional nos lo impone».
La conferencia duró desde el sábado 4 al lunes 6 de febrero de 1922
y en ella fue ideada una «solución honrosa de un problema irresoluble, una
decisión mesurada, digna de la sabiduría del viejo político».
Lo hablado en Pizarra produjo cierta agitación en la clase política por
las divergencias de opinión sobre los asuntos africanos que allí se trataron,
lo que terminó por producir cierto desconcierto. El Comandante General de
Melilla llegó a quejarse de las indiscreciones de parte de la prensa extranjera
e incluso de la nacional, por la difusión de noticias que perjudicaban
la seguridad de la tropas, muy particularmente al referirse a la proyectada
operación de Alhucemas, bloqueo de la costa y medidas a tomar para proseguir
la campaña, con lo que en suma se advertía al enemigo de las futuras
operaciones. Estas quejas se transmitieron por el Alto Comisario al Gobierno,
sin que este lo remediara. Como era lógico, todas esas circunstancias
dificultaban extraordinariamente las actuaciones e impedían alcanzar una
situación de equilibrio y de calma en el Protectorado, tan necesarias entonces
para consolidar lo ocupado y atraer a las cabilas rebeldes más indecisas.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 345-348. ISSN: 0482-5748