somete nuevas provincias, como Tabasco.
Se enfrenta a problemas internos,
una vez más, según él debido a
que algunos de los suyos «movieron
algunas cosillas», que a saber qué salvajada
sería vista con los ojos de hoy.
En Michoacán tiene que apechugar
con los desaguisados de algunos de
sus capitanes y en la provincia de Panuco
los lugartenientes de Pedro de
Alvarado también incurren en inobediencia
manifiesta, hecho que da lugar
a que el conquistador haga en
su relación una clara referencia a sus
competencias de justicia, pues será él
quien, tras las condenas a muerte que
impondrá el alcalde mayor, resolverá
la apelación de los condenados castigándolos
40 / Revista Ejército n.º 967 • noviembre 2021
con la muerte civil, es decir,
con el destierro.
Nos cuenta también Cortés cómo en
el mar del Sur, que después Balboa
llamará Pacífico, tiene montado un
astillero para armar varios navíos con
los que ir tras el paso de un océano al
otro. Esta es una de las metas más ansiadas
por los descubridores en esta
época y las crónicas nos dirán que
Cortés, más adelante, verá sus planes
cambiados a instancia del emperador,
siempre en busca del ansiado paso.
Da cuenta en esta cuarta carta de lo
que será ya una constante en la vida
de Cortés, las maquinaciones de terceros.
En este caso, son hombres del
obispo de Burgos10; más tarde, las
noticias que llegan hablan de las confabulaciones
de Diego Colón y Francisco
de Garay, y siempre, a lo largo
de la relación, las constantes sublevaciones,
que nos llevan a pensar que
el gobierno de Cortés no era todo lo
bien querido que se merecía, al menos
para el gobernador, y que los aztecas,
como pueblo belicoso y guerrero
que eran, aceptaban mal el yugo
ajeno.