muchos ocultos en la cartogra-fía,
en los instrumentos, en los
derroteros y almanaques. Que
el autor saca a la luz mediante
el análisis historiográfico, la
ciencia náutica como herra-mienta
y el relato comparativo
de un viaje en el buque escue-la
Juan Sebastián de Elcano,
siguiendo la misma derrota
que Magallanes hasta el Pací-fico.
Aspectos náuticos de algún
modo relacionados con la
primera escala de la expedi-ción
en Canarias. A las que ya
Maximiliano Transilvano re-fiere
la longitud de la bahía de
San Julián, cuando redacta el
testimonio de Elcano tras
completar la circunnavega-ción.
En particular, con la isla
de Tenerife mencionada por
Rui Falero, cosmógrafo y
socio de Magallanes, como
origen de longitudes. Hecho
que, lejos de ser irrelevante,
abre una puerta insospechada
a los secretos de la navega-ción,
de la longitud y de la
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cartografía en la primera circunnavegación. Falero consideró meridiano cero
de la circunnavegación el de la citada isla canaria, para un procedimiento
basado en la desviación magnética de las agujas de marear, tal como nos
descubre Luis García Rebollo en la primera interpretación náutica de su Regi-miento
de Longitudes. Lo que exigía cebarlas y compensarlas para que indica-ran
exactamente la línea norte-sur, en ese mismo lugar antes de partir.
También Francisco de Albo, piloto de Juan Sebastián de Elcano, anota la
longitud del cabo de las Vírgenes en la entrada del estrecho de Magallanes
con relación al meridiano de Tenerife con sorprendente exactitud. Y continúa
calculando las sucesivas longitudes hasta llegar a Timor desde ese mismo
meridiano. Aunque reducidas, posteriormente, a la Línea de Demarcación
acordada en el Tratado de Tordesillas, dibujada en la cartografía de la época
sobre el meridiano de Punta del Este, en el actual Uruguay. El mismo Pigafe-
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