LA DEFENSA DE LA FRONTERA SEPTENTRIONAL DE LA NUEVA... 151
Así, el 6 de octubre de ese año, Oñate abandona la pequeña y solitaria
colonia española, con la finalidad de visitar personalmente todos los pueblos
principales de la llanura, con el fin de constatar su lealtad de súbditos de
su nuevo soberano. En este periplo, el 27 de octubre acampó al pie de los
acantilados de «la ciudad de las nubes», conocida por los conquistadores
como Acoma. En esos momentos Oñate no tenía ni la más remota sospecha
de que en ese lugar iban a suceder acontecimientos que a punto estuvieron
de dar al traste con la empresa colonizadora. El hecho conocido en la historia
de América como la «guerra de la roca» se desarrolló con motivo de la
sublevación de los indios Queres. Esta breve campaña se sustanció favorablemente
para las armas españolas.
Don Juan aprovechando que la tierra estaba ganada y firmemente sujeta,
solicitó del virrey refuerzos de hombres, utensilios, víveres y ganados
con los que consolidar la dominación ya lograda de Nuevo México. En las
navidades de 1600, llegaron los refuerzos solicitados por este. El 29 de julio
de 1601, salió Oñate de San Gabriel rumbo al norte, durante el recorrido, el
panorama que se le ofrecía al Adelantado, le llevó a la conclusión de que la
leyenda que hablaba de suntuosas y ricas ciudades pertenecía a un mundo
imaginario. El 24 de noviembre, después de cinco meses en el campo, la
hueste regresaba a San Gabriel.
El 7 de octubre de 1604, Oñate salió de nuevo a explorar el territorio,
dispuesto a alcanzar el mar del Sur, con esta idea siguió el curso del río Colorado
hasta llegar al Gila, desde el que alcanzó a ver el mar el 25 de enero
de 1605. Era el mar del Sur, pero más exactamente el golfo o mar de California.
Empero, no había encontrado el famoso paso que en las elucubraciones
populares unía el Atlántico con el Pacífico.
Con este fracaso a sus espaldas inició el regreso, durante el mismo,
don Juan reflexionó sobre la situación de la provincia. En estas cavilaciones
llegó a la conclusión de que la vida de los españoles en el territorio, estaba
en manos del Rey, el cual tenía que apoyarlos con caudales y hombres, pues
él había agotado todos sus recursos.
En esta situación, el 24 de agosto de 1607, Oñate renunció al gobierno
de Nuevo México, la cual fue acepta, y el Rey Felipe III acordaba mantener
el territorio bajo soberanía española.
Así, en la primavera de 1609, para dar cumplimiento a lo ordenado por
S.M., tomaba posesión de su cargo el nuevo gobernador, Don Pedro Peralta.
Una vez en San Gabriel, Peralta eligió el lugar donde fundar la nueva ciudad
que sería capital de la provincia, a la que se denominó Santa Fe, en homenaje
a la localidad granadina donde se firmaron los acuerdos con Colon, si bien, su
nombre completo era Santa Fe de los Españoles y de San Francisco de Asís.
Revista de Historia Militar, 130 (2021), pp. 151-172. ISSN: 0482-5748