208 MARÍA SAAVEDRA INARAJA
Hoy sabemos que los últimos meses en el Callao fueron un auténtico
infierno para los sitiados. Los textos que recoge la memoria de Rodil no
son tan esperanzadores como los primeros. Paulatinamente va tomando conciencia
de que el socorro esperado no va a llegar. Y es solo entonces, cuando
decide que no hay motivo para continuar resistiendo. Su innegable lealtad al
rey no se cuestiona. Simplemente comprende que España se ha rendido, y
como se ha señalado anteriormente, no es un suicida romántico que pretenda
entregar a sus enemigos una nueva Numancia. Ha resistido mientras lo ha
considerado su deber. Pero ese deber ya no le obliga, puesto que la autoridad
real no espera de él esa resistencia.
Entre el 29 de diciembre y el 7 de enero se recrudeció el fuego enemigo.
Rodil solo contaba con una fuerza eficaz de 444 hombres. Junto a
ellos, otras 870 personas; todos, esqueletos ambulantes. Llegado este punto,
Rodil comprendió que no tenía sentido seguir resistiendo, y comenzaron
las conversaciones con el intermediario inglés, comandante de la Briton,
Murray Maxwell. El 15 de enero comenzaron las conversaciones que terminaron
en la entrega de los castillos con la capitulación del 22 de enero de
1826, ratificada por el español al día siguiente. Quintanilla, en Chiloé, había
capitulado el 19 de ese mismo mes. Terminaba definitivamente la presencia
española en Perú.
La capitulación ratificada por el defensor de los castillos del Callao,
como señala Fernández27, fue generosa. Se amnistiaba a todos los que habían
resistido, serían embarcados con destino a la península costeados por
los independentistas, y los americanos que así lo desearan se quedarían.
Rodil regresaba a España, donde sería recompensado por su heroica
defensa y lealtad, y comenzó otra etapa de su carrera militar, que corresponde
a otro capítulo de nuestra historia.
LA INGENUIDAD DE LA PENÍNSULA
Hasta aquí, la descripción de las circunstancias que en Perú propiciaron
el tremendo asedio a las fortalezas del Callao en Perú, y el relato de la
resistencia casi sobrehumena de Jose Ramón Rodil con un puñado de hombres,
civiles y militares, que habían visto descender considerablemente su
número entre marzo de 1824 y enero de 1826.
Y, sin embargo, nos resultaría incompleto este análisis sin tener en
cuenta lo que mientras tanto sucedía en la Península. Al fin y al cabo, fue
27 Fernández, Delfina: op. cit., pág. 224.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 208-216. ISSN: 0482-5748