54 EMILIO DE DIEGO GARCÍA
«independencia» de una parte de la población y la pérdida de más de la mitad
del territorio. Si «las independencias» conformaron un mosaico polícromo
y multiforme por todo el continente americano, el caso de México como
epicentro de Nueva España, por su especial dimensión en todos los aspectos,
resultó particularmente complicado y, a la vez, significativo.
La independencia de México al compás de los acontecimientos
de la España peninsular
Los precedentes ideológicos, asentados en los postulados de la Ilustración;
las influencias, más o menos directas y decisivas, allende el Atlántico,
de las revoluciones de América en América del Norte y algunos
países europeos, principalmente en Francia; la repercusión negativa de las
injerencias de la Administración española en la economía del Nuevo Continente;
el complejo criollo de frustración ante su postergación «sistemática»
en el acceso a los principales cargos políticos… tuvieron temprano reflejo
en Nueva España. También las circunstancias político-militares por las que
atravesaría la monarquía española, a propósito de la invasión de la Península
Ibérica por las tropas napoleónicas, y las aspiraciones de otros países
como Inglaterra y Estados Unidos, a ampliar su influencia en Hispanoamérica,
propiciaron la ocasión de la autonomía en tierras novohispanas.
La respuesta dada en la parte europea de la monarquía a la crisis institucional
de 1808, ante la «vacatio regis», derivada de la suplantación de la
casa de Borbón, impuesta en Bayona, dio pie a la formación de una Junta de
Gobierno en México, con el apoyo del virrey, José de Iturrigaray, a imagen
y semejanza de las surgidas en diversos puntos de la España peninsular. Esa
Junta, constituida sobre los mismos principios que las de la metrópoli, pretendió
afirmar, como ellas, su propia soberanía. Convocada el 5 de agosto
de 1808, y reunida cuatro días más tarde, fue la primera de las de su género
en Hispanoamérica. Los componentes de este nuevo órgano de Gobierno
respondían a los principales colectivos de la sociedad novohispana. Por un
lado, los «criollos»4 y los indios partidarios de algún tipo de ruptura en menor
o mayor grado, aunque de momento se mostraban dispuestos a obedecer
4 Los criollos, sin embargo, representados por el síndico Francisco Primo de Verdad; el
regidor Juan Francisco Azcárate; y el auditor de guerra, José Antonio de Cristo, con
el apoyo de algunos miembros de los Ayuntamientos de Jalapa y Veracruz, y algunos
gobernadores de Indias, defendieron la teoría de que en ausencia del rey la soberanía correspondía
al pueblo, a través de los ayuntamientos, los diputados de cabildos seculares
y eclesiásticos que estaría representada en un congreso.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 54-82. ISSN: 0482-5748