80 EMILIO DE DIEGO GARCÍA
La actitud antiespañola de Juárez, manifestada en reiteradas ocasiones
durante los años precedentes, hacía presagiar un enfrentamiento en breve
plazo. La ya mencionada decisión adoptada por el Congreso mexicano, el
17 de julio de 1861, de suspender, por dos años el pago de las obligaciones
de la deuda extranjera, originó en Francia e Inglaterra una fuerte reacción
que concluyó en la ruptura con el régimen de Juárez. A partir de ese momento
la intervención militar por parte de España, Francia e Inglaterra sólo era
cuestión de tiempo. Circulaban todo tipo de rumores sobre cuándo y cómo
se llevarían a término las acciones militares en México.
El 6 de septiembre de 1861, Mon, que seguía en la embajada de París,
advirtió al gobierno español sobre las intenciones de franceses e ingleses de
apoderarse de las aduanas de Veracruz y Tampico, a fin de asegurarse el cobro
de las cantidades no satisfechas por México. Este proyecto nos obligaba
a no quedar rezagados en el camino de una posible actuación en tierras mejicanas.
O´Donnell anunció a los gobiernos de Londres y París su decisión de
intervenir en México, conjuntamente o en solitario, en cuanto fuese posible.
La situación había cambiado sensiblemente respecto a la de tres años
antes. Francia e Inglaterra estaban en condiciones de intervenir en México,
Estados Unidos, no. Y ¿España? Nuestro país estaba decidido a marchar
sobre tierras aztecas. La situación internacional no solo lo permitía, sino que
lo hacía más deseable que nunca, y desde 1859 el general Serrano, hombre
de confianza de O’Donnell, había sustituido a José Gutiérrez de la Concha,
en la Capitanía General de Cuba, potencial base de operaciones. Una vez
desaparecidos los obstáculos del panorama internacional, y con México lamiéndose
las heridas de su más reciente guerra civil, la operación, desde el
punto de vista militar, parecía más oportuna que nunca. España, estaba, desde
la Gran Antilla, en las mismas condiciones que cualquier otro país europeo
para proyectar en suelo mexicano una fuerza armada importante. Había
llegado el momento, pero ¿quién mandaría el contingente militar español en
tierras mexicanas? Todo parecía indicar que sería el general Serrano.
El 11 de septiembre, el gobierno español cursó órdenes a Serrano,
Capitán General en Cuba, para que aprestara las fuerzas precisas. Se trataba
de un total de once buques, que irían al mando del general don Joaquín
Gutiérrez Rubalcava, para transportar y proteger a unos 6.000 hombres, a
las órdenes del también general don Manuel Gasset y Mercader. A ese contingente
habría que sumar las tripulaciones, la artillería,… etc. El duque de
la Torre se apresuraría, en cuanto le fue posible, a enviar aquellas tropas a
tierras mexicanas; incluso antes de recibir las órdenes para ello. ¿Pretendía
acaso tomar iniciativas que demostraran, de «facto», su protagonismo en la
cuestión de México? Desde luego antes y después, en París y en La Habana,
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 80-82. ISSN: 0482-5748