Un ejército victorioso gana primero y entabla batalla después;
un ejército derrotado lucha primero y trata de obtener la victoria después
Sun Tzu «El arte de la guerra»
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Se equivocaba Putin y no es
de extrañar. Después de lo
visto en Georgia, Crimea y,
más recientemente, en Kazajistán,
debió creer que
nadie que no perteneciera
a la OTAN le plantaría
cara en Europa; pero se
equivocaba tanto y de
la misma manera que
Hitler tras la anexión de
Austria y los Sudetes
checos mientras
las potencias
occidentales
miraban
para
otro lado.
Fue la invasión
de Polonia
la que
hizo que el
primer ministro
Churchill,
tras sustituir al
timorato Chamberlain,
le dijera
aquello de «por evitar
la guerra habéis
perdido la honra. Ahora
ya no tenéis honra y además
tendréis la guerra». Y
la tuvo.
No ha sido la reacción de Europa en
Ucrania como la de Francia y Gran
Bretaña en aquellos tiempos, pero por
fin el mundo occidental ha dado una
rápida respuesta de unidad entre naciones…
y con la inesperada adhesión
de países de gran tradición neutralista
como Suiza, Suecia o Finlandia. Para
ser sinceros, da la impresión de que la
falta de respuesta militar se debe más
a la enorme capacidad nuclear rusa y la
posible intención de emplearla, que al
hecho de que Ucrania no sea miembro
de la OTAN. Tampoco la antigua Yugoslavia
lo era y allí la OTAN tomó partido.
Pero al menos esta vez, en lugar
de amilanarse —salvo muy contadas
excepciones— lo primero que hicieron
los países occidentales fue formar
una piña y anunciar el envío de armamento,
material y dinero para la causa
ucraniana.
Este factor, junto a la determinación
del pueblo ucraniano en torno a su
presidente, ha sostenido de momento
la batalla ante un ejército poderosísimo,
pero con un grave defecto. Y
es que Putin no parece haber considerado
otra opción que la rendición
del enemigo ante la mera exhibición
de su fuerza.
Son varios los factores que llevan a
esta conclusión, y no es el menos importante
el gran retraso que acumula
lo que él denominó «operación especial
» (como si el término le diese un
sentido quirúrgico) y en realidad
ha consistido en
una invasión en
toda regla.
El evidente retraso en la movilización
de sus reservas es asimismo compatible
con la idea de que Putin más bien
fue animado por la jefatura militar
rusa a darse lo que pensaban que sería
un «paseo militar», conforme a sus
deseos, en lugar de considerar seriamente
cualquier otra hipótesis. Grave
error complicado de subsanar, ya que
los soldados reservistas requieren
de un periodo de meses de adiestramiento
para estar en condiciones de
entrar en combate. De momento su
ejército sigue empantanado y según
algunos medios, es ahora cuando se
está tratando de llevar personal de Siberia
y la zona limítrofe con Armenia al
teatro de operaciones ucraniano.
Según Clausewitz «tener un plan no
asegura la victoria, pero no tenerlo
conlleva la derrota». En esta línea, las
evidentes carencias logísticas de los
rusos hacen pensar que no esperaban
un combate de más de unas pocas
horas —días, a lo sumo— a juzgar
por las largas columnas de vehículos
atascados en la carretera y sometidos
al fuego de las armas contracarro de
los ucranianos, cuando no abandonados
por sus tripulaciones sin haber
entrado en combate. Ya sea por falta
de combustible o mantenimiento,
o por el uso de neumáticos militares
chinos Yellow Sea YS20 que, según
los especialistas, son una mala copia
del excelente diseño de neumáticos
militares Michelin XZL; el caso es que
apenas se ven vehículos militares fuera
de las carreteras y sí abandonados,
e incluso remolcados por tractores de
los campesinos ucranianos para acabar
nutriendo las filas de su ejército. Y
si a ello se suma el fenómeno conocido
como raspútsitsa (lit. «estación de
fango») por el que, tanto en primavera
como en otoño, los caminos no pavimentados
se convierten en un mar de
lodo, se entenderá por qué los rusos
acabaron en un atolladero desde los
primeros días de la campaña.
Otro claro síntoma de una deplorable
intendencia es el sistemático saqueo
de los soldados rusos a cuantos supermercados
se ponen en su camino.
Cuesta pensar que un ejército tan