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¿Qué debía hacer don Gonzalo Fernández
de Córdoba? ¿Debía ir en auxilio
de Ladenburg (COA 1)? ¿O debía
acudir a marchas forzadas a ayudar a
Tilly, alejándose de sus zonas ocupadas
(COA 2)? Don Gonzalo decidió la
segunda opción y a marchas forzadas
se dirigió allá con cuatro mil infantes
y dos mil jinetes. Apenas tuvo tiempo
de descansar y preparar las defensas.
Pero valió la pena, pues en la batalla
de Wimpfen, el 6 de mayo, el ejército
de Córdoba y los restos de Tilly pudieron
resistir el ataque de Jorge Federico,
quien prácticamente perdió su
ejército. Apenas pudo recuperar tres
mil soldados, que se fueron a Mannheim
a unirse a Mansfeld.
El siguiente problema era evitar que
el ejército de Christian de Brunswick
se uniera al de Mansfeld. Así pues, los
católicos realizaron una formidable
marcha y se encontraron con el ejército
de Christian en Hochst, al este de
Fráncfort, justamente cuando cruzaba
el río Main. Tras la batalla de Hochst,
los católicos barrieron a las fuerzas
de Christian el 20 de mayo. Fue la
última batalla de la campaña del Palatinado.
Como hemos visto, el arte
operacional de don Gonzalo no tiene
nada que envidiar a las famosas maniobras
por líneas interiores de Federico
el Grande o de Napoleón.
Los restos del ejército de Christian
se unieron a Mansfeld en Mannheim.
Ahora la iniciativa estaba claramente
en el bando católico.
En junio, comenzó el asedio de Heidelberg.
Don Gonzalo se preparaba
para la explotación del éxito y los católicos
comenzaban a pensar en tomar
las ciudades que aún resistían:
Heidelberg, Mannheim y Frankenthal.
Para principios de agosto, Mansfeld
aceptó la situación y se retiró a Alsacia.
Mientras tanto, en Flandes, Spínola
ponía sitio a Bergen op Zoom y los
holandeses, en aprietos, contrataron
los servicios del ejército derrotado de
Mansfeld y Jorge Federico, que marchó
a Flandes. Entonces, don Gonzalo
se encontraba ante un dilema: ¿debía
perseguir a Mansfeld y evitar que los
protestantes se unieran a los holandeses
para levantar el sitio de Bergen op
Zoom o debía quedarse en el Palatinado
y consolidar la conquista del resto
del Palatinado para el rey español?
Don Gonzalo, apremiado por Spínola
desde Flandes, se vio obligado a dividir
sus fuerzas. El grueso se dirigió
contra los protestantes, que fueron alcanzados
y derrotados tácticamente
en la batalla de Fleurus el 29 de agosto.
Una fuerza menor se quedó con el
ejército católico-bávaro de Tilly. Y Tilly
terminó rindiendo Heidelberg en
septiembre. También se rindió Mannheim,
custodiada por los ingleses. Los
broches finales de la campaña palatina
los pusieron las banderas bávaras
de Tilly. Solo quedaba Frankenthal,
que se entregaría en marzo de 1623
tras maniobras diplomáticas.
REFLEXIONES FINALES
En resumen, el Palatinado había caído
en manos del bando imperial tras tres
años de operaciones, realizadas principalmente
por las armas españolas.
Los bávaros se llevaron buena parte
de la gloria a pesar de haber contribuido
en menor medida.
La campaña fue un éxito inicialmente,
pues evitó que un ejército protestante
se uniera a los sublevados en Bohemia,
pero, lamentablemente, no pudo
culminarse antes del inicio de la guerra
contra Holanda.
Nos seguimos planteando si, para España,
esta campaña resultó de verdadera
utilidad teniendo en cuenta sus intereses
en Europa. En otras palabras, la
ocupación del Palatinado ¿tuvo beneficio
real a nivel estratégico y político?
Los hechos parecen confirmar lo contrario:
en enero de 1623, la dieta imperial
acordaba a regañadientes la cesión
de la dignidad electoral al duque de Baviera,
aunque imponía mantener este
derecho a los hijos de Federico; España
y Baviera ocuparon los territorios palatinos
al oeste y este del Rin, respectivamente.
En 1624 España seguía sin recibir
los parcos tres millones de ducados
que el conde de Oñate, embajador español
en Viena, le solicitaba al emperador.
Nada se pactó sobre un posible
trueque con Juliers. Por descontado,
no tenemos noticia de que ningún ejército
imperial ayudara a España en su
larga guerra contra Holanda.
BIBLIOGRAFÍA
- Bogdan, H. (2006). La guerre de
Trente Ans: 1618-1648. Ediciones
Perrin, París.
- Cañete, H. A. (2014). Los tercios de
Flandes en Alemania. La guerra del
Palatinado: 1620-1623. Ediciones
Platea, Málaga.
- Elliot, J. H. (2016). El conde-duque
de Olivares. Editorial Austral, Barcelona.
- Esteban Estríngana, A. (2020).
«Perderse en Flandes. Opciones y
desafío de la monarquía de Felipe IV
en tres años decisivos (1621-1623)»,
en Monarquías en conflicto. Linajes y
noblezas en la articulación de la monarquía
hispánica. Fundación Española
de Historia Moderna-UniversiCampaña
del Palatinado, abril 1622 dad de Cantabria.■