El conflicto de Ucrania
y el poder aeroespacial
revista de aeronáutica y astronáutica / mayo 2022
editorial 337
Después de más de dos meses del comienzo de la invasión
de Ucrania, existen elementos que permiten hacer
un primer análisis del conflicto desde el punto de vista
aeroespacial.
Rusia inició la invasión con una campaña aérea que
parecía seguir los criterios de la doctrina occidental encaminados
a conseguir el control del aire, para proceder
después a la neutralización, también desde el aire, de los
objetivos militares estratégicos más importantes que posibilitasen
el posterior desarrollo de la campaña terrestre.
Sin embargo, después de este breve periodo inicial, se
ha apreciado que la campaña aérea no fue lo eficaz que
se podía esperar, no habiendo alcanzado la necesaria superioridad
aérea y limitándose a apoyar a las operaciones
en tierra. Los motivos del fracaso en conseguir la superioridad
aérea, están todavía en estudio, pero señalan a
posibles carencias en la capacidad de supresión de defensas
antiaéreas enemigas, en el mando y control y en la
integración con las fuerzas de superficie, ante la aparente
carencia o deficiencia de equipos TACP, así como en
tácticas y adiestramiento avanzado, en la localización de
objetivos y en la disponibilidad de suficiente armamento
de precisión.
La consecuencia es que Rusia, durante estos dos meses
de conflicto, nunca ha tenido la libertad de acción que
una campaña aérea previa eficaz, en términos de estrategia
militar occidental, le debería haber proporcionado y,
como consecuencia, ha sufrido grandes dificultades para
alcanzar los objetivos militares en el corto espacio de
tiempo que el desequilibrio militar entre ambas fuerzas
armadas hacia entrever.
Desde el punto de vista de la OTAN, el conflicto pone
en primer lugar de manifiesto el valor de disponer de capacidades
ISR adecuadas, que se mostraron esenciales
para proporcionar indicadores que permitieron anticipar
la invasión y reforzar significativa y rápidamente el dispositivo
de defensa aérea del flanco este (disuasión).
En este contexto, el Ejército del Aire contribuye al refuerzo
de la postura de disuasión y defensa colectivas,
en el marco del Plan Permanente de Defensa Aérea de la
OTAN. Esta contribución, se ha materializado en misiones
de Policía Aérea a través de un destacamento en Bulgaria
con cuatro Eurofighter y personal de refuerzo de las capacidades
de mando y control y comunicaciones seguras en
Bulgaria y Rumania. Destacamento que finalizó su misión
el 31 de marzo al tiempo que se inició, desde el 1 de abril,
un destacamento en Lituania con 8 F18.
El refuerzo del dispositivo de disuasión y defensa de la
OTAN ha sido posible gracias al compromiso de las naciones,
a la interoperabilidad entre las fuerzas aéreas, forjada
tras muchos años de operaciones y entrenamiento combinado,
y a las características del poder aeroespacial: la
disponibilidad, flexibilidad y capacidad de respuesta, que
han permitido el refuerzo del dispositivo de defensa aérea,
integrando capacidades (cazas, reabastecimiento en vuelo,
alerta temprana, ISR, etc.) de numerosos aliados bajo
un mando único. Este dispositivo junto con la superioridad
tecnológica y de armamento de los medios desplegados,
contribuye decisivamente, aun sin escalar el conflicto, a la
disuasión y defensa del espacio aéreo de la OTAN.
A la vista de los acontecimientos, tanto la doctrina como
las tácticas de Rusia parecen muy diferentes a las de los
países occidentales, lo cual conduce a que el empleo de
los medios y la selección de objetivos sea tan distinto.
Sin embargo, las lecciones que inicialmente se derivan
de este conflicto coinciden, en lo esencial, con las de
anteriores operaciones militares, reforzando la relevancia
del poder aeroespacial como herramienta decisiva y escalable,
que permite graduar los efectos y minimizar el
riesgo propio y el daño colateral.
El dominio del aire y del espacio sigue siendo la condición
previa para conseguir la libertad de acción necesaria,
tanto para poder utilizar en su totalidad las capacidades
del poder aeroespacial, como para que las fuerzas terrestres
y marítimas puedan cumplir sus cometidos eficazmente.
Pero para poder alcanzar ese dominio del aire es vital
contar con capacidades tecnológicamente avanzadas en
número adecuado, así como con las tácticas y el adiestramiento
apropiados. Los aliados deberemos analizar
en profundidad la actuación del poder aéreo, tanto ruso
como ucraniano, en este conflicto, para identificar aquellas
fortalezas y debilidades que consideremos pudiesen
ser de aplicación en el entorno de la OTAN.