Internet y nuevas
tecnologías Ángel Gómez de Ágreda
Coronel del Ejército del Aire
Doctor en Ingeniería
de Organización (UPM)
angel@angelgomezdeagreda.es
revista de aeronáutica y astronáutica / julio-agosto 2022
648 internet y nuevas tecnologías
40 AÑOS DE LA XXXIX
Este mes hace 39 años que mi
promoción, la 39 de la Academia
General del Aire, terminó su periodo
de formación en lo que era el Centro
de Selección en Los Alcázares y, tras
un fugaz pero inolvidable paso por
la base aérea de Armilla, en Granada,
ingresó en el primer curso en San
Javier. Fue el último año en el que se
volaba la venerable Bücker, un biplano
de tela y madera, como parte del
proceso de selección de los cadetes.
Echando la vista atrás, cuesta creer
como ha cambiado nuestra vida, la
del Ejército del Aire y la del mundo
en general en estos 40 años.
Poco más de un año después le
compré mi primer ordenador a un
compañero de promoción, Carlos,
que luego fallecería en un accidente
de aviación en un Aviocar tras haber
sobrevivido a otro en un C-101.
Aquel ordenador, por llamarlo
de alguna manera,
abría una era que nos ha
acompañado hasta ahora.
Se trataba de un ZX-80 –un
hermano mayor del mítico
Spectrum– que almacenaba
y cargaba los programas en
cintas de audio. El sonido
de la transmisión de datos,
ese pitido digno de la banda
sonora de la película Encuentros
en la tercera fase,
era sinónimo en 1982 de
modernidad, casi de futuro.
Apenas diez años después,
recuerdo haber escuchado
en una Delegación de
Defensa otro sonido que ya se asociaba
al pasado, a lo vintage: el de
una máquina de escribir manual. Sin
saber como, pasamos de las primeras
clases de informática en aquellos
Amstrad de 64 k de memoria, del
repiqueteo acompasado de las impresoras
matriciales y de los discos
flexibles a los PC, los CD y DVD, y
a impresoras láser que, todavía, no
eran 3D.
Encargado a mediados de los noventa
de hacer la previsión de necesidades
informáticas de la Escuela
Militar de Transporte de Matacán,
recuerdo haber hecho un rápido cálculo
que incluía sustituir las cuatro
máquinas con procesador 386 existentes
por cuatro del recién anunciado
modelo 486. Para el año A+2,
evidentemente, apunté la necesidad
de dotarnos de un todavía inexistente
–en realidad, nunca llegó a existir
con ese nombre– 586.
Cincuenta años antes, Thomas
Watson, presidente de IBM en 1945,
había dicho que no veía un mercado
mundial de ordenadores de más de
cinco unidades. Esa afirmación no
terminó de resultar absurda –y hasta
grotesca– hasta cuarenta años des-
Amstrad 64k