objeto de culto de la religión poshumanista,
el dataísmo14, y que pronto
podríamos conceder personalidad
jurídica a los algoritmos. «Un algoritmo
podría entonces poseer un fondo
de capital riesgo sin tener que obedecer
los dictados de ningún patrón
humano»15.
La inteligencia artificial puede aplicarse
en muchos aspectos de las operaciones
militares. Pronto será difícil
encontrar un campo de actuación en
el combate en el que no intervengan
sistemas de inteligencia artificial, de
la misma manera que ya es imposible
encontrar un ámbito de la actividad
bélica en el que no estén presentes
los sistemas de información y comunicaciones.
Este uso militar plantea
interrogantes específicos, como el
origen de los datos, el sesgo en su interpretación
o la eficacia de los modelos,
los contenidos visuales en los
que es difícil discernir entre virtualidad
y realidad, las capacidades de
los algoritmos de elegir y reconocer
fallos cuando se centran en acciones
con repercusión vital, la autonomía
de los algoritmos, el hipotético momento
de la singularidad, etc.
Una de las cuestiones más acuciantes
es la ética de la inteligencia artificial,
crucial para el soldado, quien
debe ser consciente de que necesita
un armazón ético para mantener la
esencia y el significado de la profesión
militar y para que sus actos en
combate sean moralmente aceptables
y lícitos.
ÉTICA Y MORAL MILITAR
Es posible distinguir claramente los
términos «moral» y «ética», aunque
se utilicen indistintamente en el lenguaje
ordinario. El general Juan Antonio
Moliner atribuye a la ética un
ámbito reflexivo y teórico16, en el que
considera los actos libres del ser humano
y les otorga una valoración,
argumentos y razones para concluir
14 / Revista Ejército n.º 976 • julio/agosto 2022
que son adecuados y valiosos o malos
e inapropiados. La ética no prescribe
la acción, solo orienta de forma
mediata la conducta al responder a
la pregunta «por qué puedo hacer
algo».
La moral se conforma a través de
principios que definen acciones
concretas del individuo a partir de
la reflexión ética. Preceptúa la acción,
orienta de forma inmediata el
comportamiento, indica qué hacer.
La preferencia racional entre códigos
de conducta es condición de la
moral, mientras que la ética da razón
filosófica, justifica teóricamente
por qué hay moral y por qué debe
haberla17.
En nuestro Ejército hay varios códigos
de valores y principios, compuestos
por principios morales expresados
en forma de decálogo (como el
del cadete), ideario (el de los paracaidistas)
o credo (el legionario); todos
ellos son normas de comportamiento
moral apoyadas en argumentos de
la ética militar. Son imprescindibles
para llamarnos militares, pues nuestra
profesión exige entregar la vida (u
ordenar que otros la entreguen) para
cumplir la misión. Esta vocación voluntaria
al sacrificio por los demás
hace que el soldado tenga una tendencia
natural a la trascendencia
porque solo con ella puede superar
la tensión extraordinaria que supone
el compromiso vital de su profesión.
Por eso, la vida militar casa mal con
una ética de mínimos, el relativismo,
la «modernidad líquida» que definió
Bauman o el individualismo. El militar
requiere un código moral fuerte, adecuado
para la gravedad del momento
del combate, de ahí que la formulación
de decálogos, idearios o credos
pueda parecer un punto hiperbólica
cuando se escucha en la quietud del
salón de casa.
La eficacia de un Ejército se mide
por su capacidad para prevalecer en
el combate, cualidad que le permite
defender a la nación. En el proceso
de alcanzar este objetivo (ganar
batallas), se han enfrentado siempre
dos perspectivas aparentemente
contrapuestas, pero totalmente
interdependientes; como decíamos
Cartel de la jornada «El ET y los retos futuros» 2022. Fuente: MADOC antes, haz y envés de una misma