El casco de un T-80 ruso y su torre voladora. https://www.oryxspioenkop.
com/2022/02/attack-on-europe-documenting-equipment.html
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del tanque norteamericano Christie
M-1931. Sin embargo, el equipo de
diseño, liderado por Alexander Morozov,
decidió que esa vía ya estaba
agotada, y que, para lograr un carro
de combate superior a los occidentales
en movilidad, protección y armamento,
como exigía el Kremlin, era necesario
partir de cero.
Y se equivocó. La historia del desarrollo
del nuevo tanque daría por sí sola para
otro artículo lleno de problemas técnicos,
de rivalidades políticas, industriales
y hasta regionales, de «trampas al
solitario» y maniobras a escondidas, o
de los enfrentamientos entre jerarquía
militar rusa y el lobby político ucraniano,
pero lo dejaremos quizá para otra
ocasión. El caso es que el proceso acabó
en la adopción no de uno, sino de
dos carros: el T-64 y el T-72. El T-64,
diseñado y construido en Járkov (Ucrania),
era el modernísimo carro desarrollado
por Morozov; el T-72 era una
modernización del T-62 diseñada en
Nizhni Taguil, en los Urales rusos, para
dotar al ejército de un tanque moderno
ante los constantes retrasos del T-64.
El T-64, como decíamos, era un carro
innovador en todos los aspectos,
de última tecnología y muy potente,
pero también muy caro; el T-72, en
cambio, era un vehículo más rústico y
menos capaz, pero mucho más barato.
O esa era la teoría: la diferencia en
precios sí era cierta, pero en realidad
el rendimiento de ambos vehículos era
y es muy similar. Pero claro, a nadie le
gusta admitir que se ha derrochado
una cantidad ingente de dinero en un
proyecto inútil, y menos aún en un régimen
en el que los responsables de un
error de ese tipo podrían acabar picando
sal en una mina de Siberia. Así que,
con una buena dosis de creatividad a la
hora de hablar de las prestaciones del
carro y alguna que otra trampa en las
pruebas de campo, se dio por buena
la supuesta superioridad del T-64, que
pasó a dotar a las unidades de élite del
Ejército Rojo. El T-72, por su parte, se
convirtió en el carro «de masas», tanto
para el grueso del ejército soviético
como para la exportación.
Pero, como decíamos, aunque su diseño
siguiera caminos distintos, ambos
vehículos acabaron siendo muy
similares ya que, al fin y al cabo, partían
de los mismos estudios técnicos
y se enfrentaban a los mismos problemas.
Para mejorar la protección, por
ejemplo, se recurrió en ambos casos a
blindajes compuestos, estratificados
y, posteriormente, reactivos (los «ladrillos
» que vemos tan a menudo en
las fotos). Y para la potencia de fuego
se recurrió a un poderoso cañón
de ánima lisa de 125 mm (o, mejor dicho,
a dos: ni siquiera se pusieron de
acuerdo para usar un modelo común).
Y dado que un cañón de semejante calibre
solo puede usar munición desengarzada,
para mantener una cadencia
de tiro razonable y, de paso, reducir el
volumen y peso del vehículo, en ambos
casos se decidió prescindir del
cargador humano e instalar un sistema
de carga automática.
Uno o, mejor dicho, dos sistemas de
carga automática, porque por supuesto
cada modelo también usa un
diseño propio. Pero en rasgos generales
son muy parecidos: en ambos
Carros T-62 y T-54/55 (Vitaly V. Kuzmin). Vitaly V. Kuzmin, licencia Creative Commons con atribución