770 opinión una nueva bestia
revista de aeronáutica y astronáutica / octubre 2022
Los motivos por los que tanto norteamericanos
como chinos y rusos están buscando con tanto
ahínco este tipo de armamento reside en una
serie de hechos que pasamos a continuación a
analizar.
Primero, un vehículo de estas características es
prácticamente imposible de derribar. Su capacidad
de realizar maniobras a esa velocidad (recordemos,
nos movemos en el régimen hipersónico
y eso se traduce en unos 150 kilómetros recorrido
por minuto) le permite variar enormemente la
ventana de objetivos a alcanzar, haciendo ímprobo
el esfuerzo de detectarlo y seguirlo. Por
supuesto, derribarlo no es factible porque el escaso
margen de tiempo que existiría entre su detección
y su impacto inhabilitaría cualquier acción
tendente a su destrucción en vuelo. Además, una
ligera variación en el rumbo previsto hace que las
trayectorias diverjan enormemente y que el área
geográfica de impacto probable cambie radicalmente
en cuestión de segundos.
Segundo, el sistema de alerta temprana diseñado
a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado
por científicos e ingenieros de los EE. UU. y encarnado
de manera predominante en el NORAD4
no está diseñado para operar contra este tipo de
sistemas. Es más, el sistema de alerta temprana
por capas5 está pensado para tratar con misiles
ICBM, que tienen unas trayectorias bien conocidas
a lo largo del hemisferio norte. Es decir, dicho
sistema de alerta temprana solo es válido para
misiles balísticos intercontinentales (ICBM) que
salgan del hemisferio norte y se dirijan hacia un
punto de ese mismo hemisferio y, por tanto, el
lanzamiento de uno de estos sistemas, además
de reducir el tiempo de respuesta del sistema de
defensa norteamericano debido a su velocidad,
haría que la probabilidad de detección cayera en
varios órdenes de magnitud, puesto que la capacidad
de «mirar hacia otro lado» del sistema de
detección del NORAD es limitada6.
El segundo de los puntos nos habla del hecho
de que el lanzamiento cogió al complejo de inteligencia
estadounidense, tanto civil como militar,
fuera de guardia. Y ese es otro motivo que lleva a
pensar en este evento particular como algo crítico
y decisivo. No solo habla bien a las claras de un
sistema de seguridad de la información realmente
extraordinario por parte de las autoridades chinas,
cosa que por otra parte también se da en los
estadounidenses, sino que la posibilidad de que
se desarrollara una capacidad como la que estamos
analizando en este artículo ni se había planteado
en las múltiples instituciones y agencias
de desarrollo de tecnología militar que tienen los
americanos. Hemos de ser conscientes de que
los desarrollos en tecnología militar suelen estar
basados en adelantos técnicos y científicos que
ambos bandos conocen. Y normalmente, las aproximaciones
al empleo de determinada tecnología
en el ámbito militar son imaginadas por unos y
otros; solo el estado de desarrollo tecnológico
decide si una u otra tecnología es implementable
o no. El que solo el estamento chino haya sido
Boeing X-51. (Imagen: US Air Force)