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Ejército de Tierra español 897

Prim en un grabado de la época REVISTA EJÉRCITO • N. 897 DICIEMBRE • 2015  107  SECCIONES FIJAS mando de la expedición a México, una época en la que lució sobre su uniforme los castillos bordados en oro, divisa del Cuerpo de Ingenieros al que perteneció. La controvertida figura del general Prim, nacido en Reus (Tarragona) el 6 de diciembre de 1814, ha sido contemplada en una considerable bibliografía que comprende muy variados aspectos, pero siempre exaltando con abundantes calificativos su carácter pundonoroso y entrega apasionada, llegando a decir de él que «es uno de los españoles de mayor proyección internacional de todos los tiempos» o bien «el más grande héroe de nuestros ejércitos». Pero no podemos obviar al hablar de este personaje que, esencialmente, es un militar que vivió atraído por la «visión romántica de un siglo preñado de inquietudes políticas, de conspiraciones y de luchas», por lo que acaso lo más interesante para todos es el entusiasmo que siempre despertó su «verbo poderoso » en una gran parte de la sociedad, de lo que es un ajustado retrato las referencias históricas, aunque novelescas, que nos ha dejado Galdós. Un distinguido autor militar, en esta misma revista, con motivo del traslado de sus restos mortales desde la basílica de Atocha en Madrid a su ciudad natal, nos dejó una muy interesante página sobre la personalidad del general que califica como un héroe clásico en la guerra romántica al que hay que acercarse «con mentalidad histórica, cuando hoy la historia se concibe como la biografía de una forma válida de vida, llena de sentido, lo mismo que la biografía, que ha de ser una página de historia arrancada por el capítulo que trata nuestro personaje, pero con todo su clima, que lo encuadra en su tiempo y en su sociedad»1. Es Prim un personaje que en el campo profesional tuvo su formación inicial de cadete tan slo durante un año escaso en el batallón de Francotiradores de Isabel II y alcanzó el más alto de los empleos en el escalafón al ser nombrado capitán general después de unos años de intensa entrega en el campo de batalla y en la guarnición, que obtuvo todos los empleos por méritos de guerra, después de lacerar su cuerpo con numerosas heridas en combate2. Y en el ámbito político fue diputado, senador del reino, ministro de la Guerra y presidente del poder ejecutivo hasta su fallecimiento el 30 de diciembre de 1870 a consecuencia de las heridas recibidas tres días antes en un atentado ejecutado por una gavilla de malhechores que «quitaron a España quizá el único General con talla de estadista » y del que no debieron ser muy ajenos antiguos amigos y correligionarios3. Nuestro relato comienza el último día de abril de 1860, cuando Prim embarca en el puerto de Ceuta acompañado de sus fieles tropas catalanas, emprendiendo el regreso y zarpa con rumbo a Alicante a cuyo puerto arriba al día siguiente. El entonces conde de Reus ya había sido recompensado «por los relevantes servicios que ha prestado en la campaña de África con Grandeza de España de primera clase y título de marqués de los Castillejos». Su prestigio por tanto había alcanzado entre los españoles el más alto grado, así que una vez desembarcado y «sobre un potro lozano», fue recibido por las autoridades. Al día siguiente continuó su marcha en dirección a Madrid y en este ambiente festivo y de euforia patriótica, Prim es nombrado ingeniero general de ejército, plazas y fronteras, por un Real Decreto de 2 de mayo de 1860 «atendiendo a las especiales circunstancias que en él concurren». A los dos días de su llegada a Madrid, Prim se hizo cargo de su nuevo destino, dirigiendo a los jefes y oficiales del Cuerpo de Ingenieros un elocuente discurso en el que no faltó una clara referencia a la situación política, cuya oportunidad la proporcionaba los sucesos que hacía poco


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