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su uso en la escuela y encomendando también al IRCAM su desarrollo, divulgación y promoción, desarrollo en cuanto que siendo un lenguaje primario y primitivo se hacía necesaria su adaptación al tiempo actual y sus necesidades. Hoy en día podemos hablar de un Marruecos con tres lenguas establecidas, la oficial, vehículo del poder y de la religión, el árabe, una segunda ampliamente extendida, popular, laica y apolítica, que sería el dariya, y una tercera que, desde lo rural, el menosprecio de las clases dirigentes y desde la reivindicación política, busca la recuperación de la base étnica cultural histórica de Marruecos en detrimento de lo arabizante como ajeno al hecho magrebí y, por lo tanto, abocada a una mayor o menor confrontación con el poder establecido. A todas ellas seguimos sumando el francés como segunda lengua oficial en la enseñanza. EL SENTIMIENTO POLÍTICO Los imaginarios sociales de la población de cualquier país son múltiples y complejos. En ellos interactúan diversos componentes para conformar esa manera de percibir la vida que, sin duda, influirá en el devenir colectivo de la nación. Entre 56  REVISTA EJÉRCITO • N. 897 DICIEMBRE • 2015 esos elementos la etnia de pertenencia es sin duda uno de los más importantes, aunque, como ya señalamos, el amazigh ha estado durante siglos sometido bajo el poder arabizante. Otro factor primordial es el representado por la lengua, como hemos descrito en el punto anterior, y finalmente nos encontramos ahora con el sentimiento político, tercer elemento conformador del imaginario social del país, Marruecos en este caso. En Marruecos la vida política viene marcada desde su independencia, por una monarquía que, si bien está lejos del modelo absolutista, tampoco puede ser catalogada como parlamentaria, aunque es cierto que en su favor cabe apuntar que, a diferencia de la mayoría republicana de sus vecinos, donde impera el partido único, en Marruecos desde siempre luce un amplio, casi excesivo, multipartidismo. Este amplio sistema de partidos marroquí, donde puede afirmarse que conviven casi todas las sensibilidades, sufren la influencia del Trono, que en ocasiones ha respaldado la creación de algún nuevo partido, lógicamente afín a las ideas del soberano y también, y sobre todo, las limitaciones de la Constitución, que prohíbe los partidos étnicos, regionales y marxistas, lo que impide entre otros casos la expresión política amazigh. Además de lo anterior, también hay que señalar, de un lado, la excesiva personalización de los partidos políticos, en muchos casos dependientes totalmente de la figura del líder creador, y de otro la atomización del panorama legislativo, con un gran número de partidos que obliga a los gobiernos de coalición, muy inestables y al tiempo muy dependientes del favor de la Corona, lo que implica una enorme exposición de esta. Otro elemento característico viene dado por la poca implicación política del ciudadano marroquí, reflejado en unas bajísimas cotas de participación en los procesos electorales, especialmente en las zonas rurales, que para algunos restan legitimidad al sistema y para otros se justifican en la tradicional sumisión al poder establecido y también en la falta de cultura política del campo. También tenemos que recordar lo sucedido en febrero de 2011, reflejo marroquí de las Primaveras Árabes, momento en el que el Trono pareció, por un momento, acorralado por los estudiantes, las ONG y movimientos de carácter fundamentalista como Justicia y Espiritualidad que, Orfebrería bereber


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