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Revista de Historia Militar 118

Carlos V y de Felipe II. Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, p. 68. . LA RELACIÓN COSTE/EFICACIA EN LA DEFENSA DE LA ESPAÑA IMPERIAL 125 un entramado de escuadras, ubicadas en lugares estratégicos y con distintas sedes, unas radicadas en Italia, otras en la Península Ibérica y, finalmente, otras en las Indias. La Corona fue consciente de la necesidad de elegir unos puntos concretos de vigilancia ya que, como explicaba el experimentado Luis Sarmiento, en una carta escrita a Carlos V, y fechada 1540, la mar era tan larga que aunque se armasen mil naos era por demás pensar de poder estorbar que los franceses no enviasen su armada a donde quisieren... 49. El gran éxito de la política naval del César fue perfilar un sistema viable de financiación de las distintas armadas. Ésta tuvo un doble origen perfectamente definido: en el área mediterránea las distintas armadas fueron sufragadas directa o indirectamente de las arcas Reales, mientras que en el área atlántica la financiación se procuró mediante una imposición que debían pagar los particulares. Se ha dicho que el gran problema de las armadas españolas fue sus carencias de dinero que condicionaba el número de buques de las mismas, su mal apresto, y la presencia de una tripulación escasa y mal preparada. Sin dejar de ser cierta esta crítica debemos decir que no era fácil la defensa naval de un territorio como el que gobernaba Carlos V en una época en el que el corsarismo arreció tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico. El Imperio era muy extenso, los corsarios atacaban por sorpresa donde menos se esperaba y era imposible establecer una armada en cada puerto. La Corona hizo lo humanamente posible para financiar y sostener un buen número de escuadras que, con sus carencias, permitieron a España dominar los mares durante más de un siglo. Tan sólo los costes de las armadas mediterráneas suponían desembolsos muy elevados para la Corona. Estas armadas se sufragaban de dos tipos: unas eran auspiciadas -con o sin financiación Real- y controladas por la Corona directamente mientras que otras, en cambio, se contrataban a través de asientos en los que un capitán se comprometía a custodiar un área determinada con sus galeras a cambio de una cantidad anual fijada y por un número concreto de años50. De todas ellas la única netamente Real era la Armada de las Galeras de España porque la mayor parte de los buques eran propiedad del Emperador. Asimismo, era éste quien corría con toda los gastos de su financiación, siendo obviamente quien ostentaba el poder último de decisión sobre ella. También hacía misiones de aprovisionamiento 49 MIRA CABALLOS, Esteban: Las Armadas Imperiales. La guerra en el mar en tiempos de 50 CERVERA PERY, José: Don Álvaro de Bazán. El gran marino de España. Madrid, Empresa Nacional Bazán, 1988, p. 218. Revista de Historia Militar, 118 (2015), pp. 125-146. ISSN: 0482-5748


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