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Revista de Historia Militar 118

30 ISABEL BUENO BRAVO toria. En Iztapalapan casi murieron ahogados porque los aliados de los aztecas rompieron el dique del lago para anegar la ciudad con el ejército hispanoindígena dentro, aunque éstos ya habían hecho mucho daño en la ciudad, matando indiscriminadamente a mujeres y niños60. Y, a pesar de que el bando de Cortés salió derrotado, los señores de Otumba y otras cuatro ciudades importantes se unieron a él a cambio de quedar protegidos de la ira azteca, porque no cesaban de atacarles por el lago donde, según Díaz del Castillo, el número de canoas superaba el millar. Aún así los aliados de Cortés saqueaban y cogían el botín a su voluntad sin que nadie pudiera impedirlo. Quizás los indígenas exigieron mayores beneficios a Hernán Cortés a cambio de la renovada alianza. Los mexicas no luchaban solamente contra Cortés y sus aliados en la zona del lago, sino que simultáneamente intentaban castigar a los desertores. La división de sus cada vez más escasos efectivos les restaba posibilidades y mientras ellos se debilitaban, Cortés se fortalecía, no sólo con los nuevos aliados indígenas que abandonaban a los aztecas, sino también con los refuerzos que llegaban en los barcos españoles61. Uno de estos frentes era la zona de Chalco. Ambos bandos sabían que su control era vital para mantener o cortar la comunicación con la costa por donde venían las armas, la pólvora y los caballos pero, sobre todo, para que llegaran los bergantines que estaban construyéndose en Tlaxcala62. Como Cortés tampoco podía atender a todos los flancos a la vez, creó alianzas entre los aliados indígenas para defender Chalco63. Una vez asegurada la plaza, Gonzalo de Sandoval condujo los bergantines hasta Texcoco, transportados por más de ocho mil indígenas y otros dos mil con las provisiones64 (fig. 6). Después de 15 días, Hernán Cortés y su ejército regresaron a Texcoco, donde ya habían comenzado a ensamblar los barcos. Además, las deserciones entre los tributarios de los aztecas como Tuzapan, Maxcalzingo o Nauhtlan no cesaban, pareciéndole el momento propicio para enviar un ultimátum a Tenochtitlan exigiéndole la rendición. Este mensaje fue llevado el 27 de marzo de 1521 por unos prisioneros aztecas. La respuesta de Cuauhtémoc fue un nuevo ataque a Chalco,que obligó a Cortés a desplazarse, el 5 de abril, con sesenta mil aliados indígenas. Con este enorme contingente se enfrentó a los aztecas que les respondieron 60 CORTÉS, Hernán: op. cit., tercera carta de relación, p. 206; DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: op. cit., 2 vols., I, cap. CXXXVIII, p. 521. 61 CORTÉS, Hernán: op. cit., tercera carta de relación, p. 212; DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: op. cit., 2 vols., I, cap. CXXXIX, p. 528. 62 CORTÉS, Hernán: op. cit., tercera carta de relación, p. 208; DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: op. cit., 2 vols., I, cap. CXXXIX, p. 525. 63 DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: op. cit., 2 vols., I, cap. CXLII, p. 12. 64 CORTÉS, Hernán: op. cit., tercera carta de relación, p. 216. Revista de Historia Militar, 118 (2015), pp. 30-42. ISSN: 0482-5748


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