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Revista de Historia Naval 131

FEDERICO MAESTRE DE SAN JUAN PELEGRÍN dón que se consumían en España eran de origen ilegal, sobre todo británico. El contrabando se había convertido en una actividad tan corriente que un diputado dijo en 1839, con referencia a Algeciras: «yo conozco hasta aseguradores de contrabando» (27). y en 1843, como muestra de lo extendida que estaba la corrupción entre las autoridades administrativas, el inspector general del Resguardo decía al Ministerio de Marina: «Las diferentes agresiones que el cuerpo de Carabineros ha sufrido y tenido que repeler en persecución del escandaloso fraude que circula, señaladamente en la provincias litorales de Andalucía y en algunos puntos de las de Valencia y Cataluña, y la falta de cooperación que se advierte en casi todas las autoridades locales que dejan aislado al resguardo en sus funciones y se ponen en no pocas ocasiones de parte de los defraudadores bajo pretextos especiosos de política o de consideraciones privadas» (28). En muchas ocasiones, el alijo se transportaba en buques nodriza de cierto porte. Llegados al punto de destino, aguardaban a la noche para, a su amparo, desembarcar el género de contrabando en otros barcos más pequeños, que lo depositaban en tierra. Allí, por último, les esperaban arrieros, prestos a transportar a lomos de sus acémilas los fardos hacia sus lugares finales de destino. Así pues, como vemos, bastaba un buque nodriza para inundar de géneros y tabaco toda una porción de la costa (29). A la altura de 1844, una vez terminada la guerra carlista y pacificados los territorios rebeldes, el Resguardo Fronterizo terrestre, paulatinamente, fue consiguiendo reprimir la entrada de géneros ilícitos. El Marítimo, en cambio, no alcanzaba resultados parecidos (30). No obstante, tanto en uno como en otro ámbito la represión contra el contrabando se produjo en un ambiente de duros enfrentamientos entre los contraventores de la ley y las fuerzas armadas del reino, en el que no fueron extraños encuentros donde debían participar nutridas tropas para hacer frente a grupos de forajidos muy numerosos y perfectamente organizados y armados (31). (27) FONTANA, p. 207. (28) AHAC, caja 2282, carpeta 4, reales órdenes 1842-1844. (29) El Espectador, en su edición de 2 de abril de 1843, da la noticia de que se hizo un alijo en la Encañizada de San javier, donde un barco nodriza transbordó la carga destinada a ese punto a ocho laúdes, que la desembarcaron en la costa. (30) En el real decreto de 24 de enero de 1844 se hacía constar: «En vista de que a medida que se va haciendo cada vez más difícil la introducción de géneros extranjeros de fraude por las provincias fronterizas, es también necesario impedir con más eficacia el que semejantes introducciones de produzcan por las costas….» (31) Son numerosas las relaciones en las que se explican estos hechos de armas. Tal es lo que quedó reflejado en la Gaceta de Madrid de 29 de mayo de 1844, donde, además de otras aprehensiones de productos de contrabando realizadas en embarcaciones, se indicaba que el día 2 de dicho mes se había producido un violento combate en la Cala de los Genoveses, provincia de Almería, en el que se había logrado decomisar un importante alijo. Los contrabandistas contaban con la ayuda de 200 escopeteros, a pesar de lo cual los carabineros les arrebataron lo 60 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 131


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