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Revista de Historia Naval 131

EL TENIENTE GENERAL BLAS DE BARREDA y CAMPUzANO y EL DEPARTAMENTO... Es esta una época en que la atención primordial que demandaba la actividad marítima había obligado a suspender las obras del arsenal en los primeros días del año, aunque este parón no afectará ni al pozo de bombas, ni al hospital, ni al muelle sur. Pero, considerando los perjuicios que se podían derivar de esta suspensión, a primeros de marzo se ordena al ingeniero director la continuación de todas ellas. y es que el lapso comprendido entre el 19 de enero de 1762, cuando se tuvo conocimiento oficial de la declaración de guerra a los ingleses, y los primeros días de diciembre, en que se firmaron los preliminares de paz —aunque no se rubricaría definitivamente hasta el 12 de enero del año siguiente en París—, estuvo marcado por una relativa intranquilidad en los ambientes marineros. De este modo, a pesar de que las operaciones de corso sobre los buques británicos habían cesado desde julio del año anterior, la continua presencia de los piratas argelinos en aguas del Mediterráneo obligará a efectuar frecuentes reconocimientos sobre los presidios menores de Melilla, Peñón y Alhucemas, así como a mantener en tensa vigilia, tripuladas y armadas, a las escuadras de jabeques del recién ascendido capitán de fragata Antonio Barceló y el teniente de navío Vicente Pignatelli, junto con las galeotas de Diego de Torres, que continúan efectuando frecuentes salidas. Al propio tiempo, en Cartagena permanecían en puerto dos navíos y una fragata armados, en disposición de hacer el corso ante cualquier eventualidad (5). Un buen ejemplo de esta incesante actividad es lo publicado en la Gaceta de Madrid en septiembre: «Por cartas del capitán de fragata D. Antonio Barceló, y del teniente de navío D. Francisco Cisneros se sabe, que habiendo salido de Cartagena con los cuatro jabeques de su mando, y noticia de hallarse en aquellas costas otros tres, y una galeota de corso argelinos, los descubrieron, y atacaron el día 30 de agosto último; que puestos desde luego en fuga por distintos rumbos, logró Barceló alcanzar, y rendir uno, que envió a Alicante; y haciendo señal à Cisneros para que persiguiese con los jabeques Aventurero, y Gavilán uno que tenía a sotavento, como lo practicó, logrando también su rendición, y conducirle al mismo puerto, continuó Barceló con los jabeques Cuervo, y Cathalán la caza de las otras dos embarcaciones enemigas. En las apresadas se hicieron esclavos un Arráez, y 99 turcos y moros, habiendo muerto dos, y quedado herido igual número en este encuentro. También se recobraron 11 Christianos, de 18, que los Infieles acababan de cautivar, habiendo desembarcado en Benidorme » (6). El puerto de Cartagena también será testigo de la arribada de diversas presas: dos jabeques argelinos que el 29 de agosto fueron apresados frente a la (5) Catálogo de la colección Vargas Ponce (CCVP), vol. I, t. XXXVI, doc. 52, f. 62, y vol. I, t. XXXVI, doc. 50, f. 60. (6) Gaceta de Madrid de 7 de septiembre de 1762. Para su más clara comprensión en adelante modificaremos la ortografía en las transcripciones que efectuemos de contenidos de esta publicación. Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 71


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