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Revista de Historia Naval 131

EL TENIENTE GENERAL BLAS DE BARREDA y CAMPUzANO y EL DEPARTAMENTO... no cesa en la lucha contra la piratería, amparado en una decisión real que, a propuesta propia, le habilitaba para que «por todo el entrante invierno se le permita hacer el corso, con libertad en la navegación, llevando solamente el jabeque nombrado el Atrevido, y otro suyo, que sirve de correo de Mallorca, mandado este por sujeto de su satisfacción, de cuyo valor, conducta y práctica en este género de embarcaciones dice tiene experiencia, y uno, y otro buque con sus tripulaciones y armamento de cuenta de S.M., tomando el mismo Barceló la gente para ellos, a su elección, de la de las galeotas, en verificándose su desarmo y valiéndose del auxilio de las otras dos divisiones de jabeques cuando las circunstancias lo requieran» (13). Es este un buen momento en nuestro trabajo para dar cuenta de la impresión que le causa al joven comerciante irlandés Christopher Hervey la ciudad de Cartagena cuando la visita a mediados de abril de 1760: «Ayer llegué a esta ciudad, montado en la silla de un caballo, y he estado paseando todo el día para ver el puerto y las fortificaciones, acompañado por el Sr. Bryan, el principal armador de este puerto. Es un inglés que llegó a España atraído por la idea de enriquecerse. El abandono de su país de origen para servir a extranjeros es una acción reprobable, pero no obstante creo que su caso tiene disculpa. »La historia de esta atracción por otro país, según su propio relato, es como sigue: El era capataz para un tal Mr. Bird, en nuestros astilleros de Deptford. Un buen día, notó, que a menudo un tipo le seguía, y al encontrarse se quitaba el sombrero a modo de saludo. Por fin, un día, le preguntó qué quería, y el desconocido respondió, que el lugar era demasiado público para lo que quería decirle. Quedaron en verse aquella tarde en una taberna; y así lo hicieron. No obstante, nada quedó claro sino algunas vagas insinuaciones. Una segunda entrevista terminó en la misma forma; y quedaron en verse por tercera vez, y así quedó la cosa. Finalmente el Sr. Bryan dijo que no concedería otra entrevista a aquel tipo extraño si no le decía claramente qué es lo que quería. »El fraile irlandés, pues eso es lo que era, le dijo que le había tenido tanto tiempo en suspense, solo para probar si él era idóneo para lo que le iba a proponer. Le hizo varias ofertas de parte del rey de España, que finalmente fueron aceptadas. »Considere —dice el Sr. Bryan— mi jefe Mr. Bird, me pagaba solamente 600 libras al año. Vine a España siendo mi propio jefe y hoy por hoy gano más de seis veces esa suma. Pensaba que la ventaja de este trabajo era demasiado grande como para que mi familia no lo aceptara. Incluso nuestros gastos serían totalmente cubiertos; todos mis muebles y pertenencias serían enviados a España después de mi llegada. En resumen, puse rumbo desde la Isla de Wight hasta el Mare de Grace, y de allí a París. (13) ANC, PIIG, leg. 23. Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 75


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