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pretendía asaltar un buque mercante español atracado en el puerto neoyorquino y montarle algunas piezas de artillería para combatir en corso contra la Marina española destinada en Cuba, sería otra vez descubierta y abortada eficazmente, en esta ocasión en una operación conjunta de los servicios de información españoles y la policía norteamericana. Algunos años más tarde, en el verano de 1874, volverían a intentarlo con una nueva expedición armada en la que iban enrolados nada menos que tres hijos del ultraliberal Mariano Ignacio Prado, expresidente peruano, junto con varios militares de dicho país. El gobierno norteamericano volvería a interceptar y a desbaratar la tentativa en el puerto de Nueva york. También las autoridades colombianas y venezolanas de la época organizaron y financiaron algunas expediciones armadas en apoyo de los insurgentes cubanos. Tal fue el caso de la llamada Legión Colombiana, un contingente de cerca de 300 combatientes —entre los que se encontraban los futuros generales Castillo Zúñiga y Francisco Mosquera— que, embarcados en el vapor Hornet, en enero de 1871, consiguieron desembarcar en las costas cubanas y unirse a los independentistas en armas. También es reseñable la llamada «expedición de los burros» (mayo-junio de 1873), que partió de Puerto Cabello (Venezuela), a bordo del vapor Virginius, transportando setenta expedicionarios venezolanos, los cuales tomaron el nombre de «Vanguardia Venezolana de la Expedición Bolivariana» y desembarcaron con abundante armamento y munición y cincuenta acémilas para su transporte por las sierras cubanas. Principales expediciones navales de los insurgentes: puertos de salida, escalas intermedias y recorridos Según datos de la historiadora cubana Milagros Gálvez Aguilera, procedentes de su minuciosa e interesante investigación «Expediciones navales en la Guerra de los Diez Años», las expediciones armadas que se organizaron para desembarcar en las costas cubanas durante este conflicto fueron cincuenta y ocho. De ellas, unas cuarenta consiguieron «tocar tierra», es decir, desembarcar la totalidad o parte de los hombres y el material que transportaban, junto con documentación y correspondencia secreta, aunque doce de ellas, que representaban el 21 por 100 del total, «fracasaron después de efectuado el alijo», al ser localizadas y apresadas por fuerzas de la Marina de Guerra o del Ejército español. Del resto, aproximadamente una decena se suspendieron o se frustraron en tierra antes de partir, o bien se malograron a causa de problemas durante la travesía (accidentes, tormentas, naufragios). De las aproximadamente cuatro decenas de expediciones consumadas, algo más de una treintena se conocen con cierto detalle, sobre todo las seis que pueden considerarse más importantes a tenor del cargamento que transportaban y de su repercusión directa y posterior en la marcha de la guerra. Nos referimos a las expediciones de los vapores Salvador, Perrit, Anna, George B. Upton, Hornet y Virginius. 14 SUPLEMENTO N.º 22 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 131


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