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ban muy lentas y complicadas, al controlar las autoridades españolas el servicio de telégrafos de la isla, y la duración del viaje de las expediciones era siempre imprevisible, de modo que se colocaban vigías en la costa y en puntos sucesivos, a intervalos regulares, hasta los campamentos más próximos de los insurgentes. Aunque los desembarcos solían producirse al amparo de la noche, se diseñó un código de señales para comunicarse con los vigías de tierra mediante columnas de humo durante el día y luces por la noche. De acuerdo con estos códigos, las embarcaciones expedicionarias debían permanecer alejadas de la costa hasta observar una columna de humo que les indicaba el lugar exacto donde podían desembarcar, que estaba ocupado y «asegurado» por fuerzas propias. En esos casos, el barco enarbolaba bandera cubana y se acercaba a la costa con un hombre apostado a proa que describía tres círculos con una bandera blanca. Si, por el contrario, no observaban ninguna señal de humo en tierra, o tres humaredas separadas entre sí por cincuenta pasos de distancia, el buque expedicionario, infiriendo que había tropas españolas en las proximidades y los insurgentes no controlaban suficientemente la zona, abortaba el desembarco y se dirigía hacia alta mar. Como ya se ha comentado antes, los desembarcos casi siempre se efectuaban de noche, guiados los expedicionarios con «humaredas y hogueras claras» que desde la costa les marcaban el rumbo a seguir, las cuales eran contestadas desde los buques con linternas de colores (azul, roja y blanca) colocadas en triángulo. También, y en algunas ocasiones, se utilizaron «sistemas de transmisión letra por letra» y otros métodos de signos convenidos —con frases enteras de un vocabulario acordado previamente—que combinaban números y letras y se transmitían por medio de largos palos con banderas o pañuelos atados en su extremo. Las expediciones navales más relevantes de los insurgentes Dentro de la larga lista de acciones y expediciones navales llevadas a cabo por los insurgentes cubanos, cabría destacar las que tuvieron una repercusión efectiva en la marcha de la guerra, por el número de expedicionarios y el volumen de armamento y pertrechos que consiguieron desembarcar en la isla. Captura del vapor mercante español Comanditario (finales de marzo de 1869) En la noche del 23 de marzo de 1869, el vapor mercante español Comanditario, de la Compañía General Cubana de Navegación, que hacía el servicio regular de cabotaje, dos días a la semana, entre los puertos de La Habana y Cárdenas, fue asaltado y ocupado por un grupo de 27 insurgentes armados. Estos, encabezados por Ángel Loño, habían subido a bordo en el puerto de La Habana como supuestos pasajeros, y perpetraron el asalto a las 23.30, a la altura de Punta de Guane, muy cerca de la entrada al puerto de Matanzas (fig. 6, punto 1). La acción contó con la colaboración interna del sobrecargo del vapor, juan Bautista Osorio Borrero —natural de Puerto Príncipe y alférez de navío de la AÑO 2015, SUPLEMENTO N.º 22 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 131 21


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