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RHN suplemento 22 131

En cuanto al Plan Estratégico para la Defensa Naval de las islas, este fue desarrollado a principios del año 1869 por el Estado Mayor de la comandancia general de Marina del apostadero de La Habana, cuyo principal promotor fue el propio contralmirante josé Malcampo Monje. En él se contemplaba que, además de la utilización de las grandes «unidades de batalla» (fragatas acorazadas, protegidas y de casco de madera, y grandes vapores de guerra), para la defensa de las islas frente a posibles «flotas de combate» enemigas lo que de veras se necesitaba era «una numerosa fuerza ligera de vapor para cubrir de un modo efectivo el complejo litoral de la isla». Para ello se utilizaron todas las unidades disponibles de las Fuerzas Sutiles del apostadero, como los vapores de guerra de 2.ª y 3.ª clase, corbetas, goletas, bergantines goleta y los nuevos cañoneros construidos en Estados Unidos e incorporados al servicio a mediados de 1869, estos últimos con casco de madera, máquinas de vapor de 40 caballos nominales y 137 indicados y un cañón Parrot de 13 cm a proa sobre una plataforma giratoria, es decir, unidades, como se puede advertir, idóneas para el objetivo pretendido de operar en zonas de bajos fondos. Con esta idea básica, a partir de junio de 1869 se organizaron cuatro divisiones de cruceros: la 1.ª y la 2.ª, para la vigilancia del litoral norte o atlántico de la isla, y la 3.ª y la 4.ª, para el sur o caribeño, cuya principal misión —de acuerdo con las «Instrucciones» emitidas por la comandancia general de Marina del apostadero de La Habana en junio de 1869, que posteriormente se ampliaron y complementaron en septiembre de 1874— fue cooperar en la vigilancia y control de los diferentes sectores o zonas marítimas, cuyo límite exterior estaba fijado en seis millas desde la costa o cayos que las circunvalaban pertenecientes al territorio, con el objetivo fundamental de impedir que se desembarcasen auxilios para la insurrección y que los enemigos exteriores se comunicasen con los interiores. Principales actuaciones de las unidades de la Marina de Guerra española (Escuadra de las Antillas y Fuerzas Sutiles) Durante este conflicto, las actuaciones de las unidades de la Marina de Guerra española destinadas en Cuba fueron muchas y prácticamente continuas: patrullas de reconocimiento de buques sospechosos, esteros, islas y cayos del litoral cubano, como de inspecciones y batidas de poblados costeros, apresamiento de alijos de armas y municiones, destrucción de campamentos de los insurgentes, captura de cabecillas, etc. Sus principales éxitos se produjeron, básicamente, por la combinación de tres factores fundamentales: un eficaz despliegue de buques apropiados para la vigilancia del litoral y las aguas próximas a la isla de Cuba, una densa red de informadores atentos a los movimientos de los buques insurgentes (cónsules en países próximos, agentes de información y confidentes tanto en el exterior como en el interior de la isla, etc.) y, por último, la siempre necesaria dosis de AÑO 2015, SUPLEMENTO N.º 22 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 131 37


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