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Figuras 30 y 31: Noticias de la prensa de la época (Diario de la Marina de La Habana) sobre la recuperación del vapor Comanditario por unidades de la Marina de Guerra española estaban los cabecillas de los insurgentes— consiguieron escapar y alcanzar la costa. El vapor Comanditario fue recuperado por la cañonera Luisa (teniente de navío Pardo de Figueroa), a la que su menor calado le permitía aproximarse más a la costa. En su interior se encontró a seis de sus antiguos tripulantes, que habían sido obligados a permanecer a bordo tras su captura por los insurgentes. El vapor tenía las válvulas abiertas, que fueron rápidamente cerradas para luego achicar el agua. Se le habían montado un par de cañones simulados en sus bandas, fabricados con maderas y envoltorios de mantas. Al poco de ser recuperado, se presentó en la zona la cañonera británica Cherub, cuyo comandante, el oficial L. Dacres, se entrevistó con el español para reclamarle la entrega del Comanditario, por encontrarse en sus aguas jurisdiccionales, y comunicarle que no tenía permiso para desembarcar tropas armadas y perseguir por tierra a los fugados. Pardo de Figueroa se negó a la entrega, al tratarse de un vapor español y ser sus tripulantes y captores también españoles/cubanos. Poco después, y sin que la cañonera británica se lo impidiera, remolcó al Comanditario treinta millas mar adentro. Allí sería recogido por el transporte de guerra San Quintín, que lo remolcó, en último término, hasta La Habana, donde entró a las seis de la mañana del martes 6 de abril. La cañonera Luisa permanecería todavía varias horas por la zona buscando a los fugados, los cuales conseguirían escapar y llegar a Nassau en los días siguientes. Los principales cabecillas implicados en la captura del vapor Comanditario (juan Bautista Osorio y los pilotos y maquinistas Eloy Camacho, juan López, Antonio Roig, joaquín Aguiar y Pedro Hombrón) serían juzgados en rebeldía por un tribunal de la Marina en La Habana y «condenados a muerte en ausencia», lo cual significaba que, en el momento en que cayeran en manos de los españoles, podrían ser ejecutados sin necesidad de nuevo juicio —como ocurriría, dos años después, con Osorio. 42 SUPLEMENTO N.º 22 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 131


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