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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL MAYO 2016

Operación Alfa Kilo: 25 años del Ejército de Tierra en el exterior DOCUMENTO REVISTA EJÉRCITO • N. 902 MAYO • 2016  107  siempre escasos. En esta operación, en tan breve periodo de tiempo entre la orden de misión y la proyección (la orden del Estado Mayor del Ejército se recibió en la BRIPAC el mismo día 23 de abril para estar en condiciones de iniciar el transporte el día 26), realmente no se dispuso de un plan de transporte como tal y se organizaron los vuelos y el plan de carga según los medios disponibles en cada momento. Es generalmente aceptado por nuestros soldados que el impacto de los múltiples retrasos que sufrieron resultó el aspecto más difícil de su misión, ya que se contrapuso a sus nobles ansias de desplegar cuanto antes para cumplirla. Desde el inicio del diseño de la misión se contaba con el apoyo en transporte de la USAF (Fuerza Aérea de los Estados Unidos). Los trámites necesarios con el ejército de EEUU se retrasaron más de lo inicialmente previsto, por lo que hubo que comenzar la operación exclusivamente con los aviones C-130 del Ejército del Aire. Estos aviones participaron en esta operación de proyección desde el 28 de abril hasta el 7 de mayo. La USAF apoyó con hasta cuatro C-5 Galaxy que volaron desde el 4 hasta el 10 de mayo. Por último, se aprovechó el buque Arroyo Frío, que transportaba la ayuda española de la Cruz Roja a los refugiados, para llevar a zona de operaciones cinco helicópteros HU-10, dos HU-17 Chinook y tres máquinas de ingenieros. El apoyo americano en transporte fue clave para proyectarse con oportunidad. De hecho, España fue la tercera nación de la coalición en desplegar en la zona. No obstante, tuvo muchas dificultades en la ejecución debido a la falta de interoperabilidad, que conocíamos de los manuales pero que empezamos a sufrir de forma real. Los problemas de estiba de las cargas y el transporte de recursos como aceites, petacas y munición, respecto de los que hoy se asume naturalmente la necesidad de unos procedimientos específicos de gestión conocidos como MERCAPEL (mercancías peligrosas), fueron un verdadero quebradero de cabeza hasta que se consiguió cumplir la normativa americana. Para el repliegue, al poder planearse con más tiempo, pudo contarse con el apoyo de la Armada. Se basó en los buques Castilla y Contramaestre Casado, y en los aviones C-130 del Ejército del Aire. No dejó de ser una operación compleja por tratarse de tanto material y tan diverso, con diferentes tonelajes y volúmenes, y tener que encajarlo en los dos buques. Todo ello fue precedido de un movimiento de casi 1.000 kilómetros desde Zakho hasta el puerto de Iskenderun, y luego, ya en España, desde Valencia hasta los acuartelamientos de origen. El sostenimiento de la operación se realizó a través de un vuelo semanal de un avión C-130 del Ejército del Aire. El vuelo llegaba a Incirlik y desde allí, con los Chinook, hasta Zakho, y posteriormente, bien en Chinook o UH, hasta Shiladiza. El apoyo fue especialmente de clase  I, clase IX y de paquetería, y siempre previa petición a España del recurso necesario. Para este sostenimiento, desde territorio nacional fue necesario crear unos equipos de terminal para coordinar y organizar todo el transporte, Helicópteros Chinook realizando el transporte de material hasta Zakho


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