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ARMAS Y CUERPOS 132

• A la hora de hacer un cumplido o un halago: A todos nos gusta recibir halagos, ya sea por los resultados de nuestro trabajo o por nuestra actitud. Un cumplido sincero, sobre todo si proviene de personas signifi cativas para nosotros, tiene un poderoso efecto en la confi anza y la motivación de los demás, actuando como refuerzo de conductas deseables. A muchas personas les cuesta mucho hacer algo tan sencillo y a la vez tan necesario, reservándolo solo para ocasiones muy especiales. Cualquier momento es bueno para un sincero reconocimiento. En estos casos, las consideraciones anteriores sobre los reproches son igualmente válidas. Un ejemplo de halago podría ser el siguiente: “Has trabajado mucho para terminar este proyecto (conducta). Me siento muy orgulloso de tu esfuerzo (cómo me siento). Sigue así y ya verás que los éxitos llegarán muy pronto (consecuencias).” Obviamente en estos casos la última fase (propuesta de solución) no tendría sentido incluirla. La comunicación asertiva es una habilidad, y como tal, es posible aprenderla y muy deseable practicarla. Como hemos podido observar en los ejemplos anteriores, nuestro interlocutor difícilmente podrá discutir o criticar nuestra actuación. Efectivamente, en los ejemplos anteriores la comunicación asertiva ha sido impecable porque si nos basamos en hechos concretos y objetivos (por ejemplo, “has llegado tarde dos veces esta semana”) y no en juicios, opiniones o suposiciones (“siempre llegas tarde, no le das importancia a los horarios”), lograremos que nuestra comunicación sea mucho más precisa y que la gente no se sienta agredida ni juzgada antes de empezar a tratar con el problema. Igualmente, nadie podrá poner en duda nuestro estado de ánimo ni discutir cómo nos sentimos ya que los mensajes del “yo” (nuestras emociones) son muy Bibliografía de interés 22 Armas y Cuerpos Nº 132 difíciles de contradecir. Hablar desde ti expresando lo que sientes, crees y opinas en lugar de lo que hace la otra persona conseguirá que tus mensajes sean mucho mejor aceptados. Describir tus emociones probablemente sorprenda a muchos y les haga refl exionar. “Me siento muy desilusionado cada vez que me prometes algo y lo incumples de nuevo” es mucho más asertivo y te permitirá mantener una conversación más productiva que con un “¡Nunca cumples tus promesas!”. Utilizar la palabra “tú” en el segundo ejemplo puede interpretarse como una acusación y que nuestro interlocutor se cierre y se distancie como mecanismo de auto-protección. Aunque básicamente estás diciendo lo mismo, lo centras en tus sentimientos en lugar de hacer ver a la otra persona qué ha hecho algo mal. En defi nitiva, se trata de describir con precisión tus emociones ya que eso te ayudará a que la gente empatice más contigo y se muestre más receptiva a tus peticiones y al entendimiento. Finalmente, otro aspecto difícil de rebatir son las posibles consecuencias relacionadas con la conducta objeto de atención, pero más importante aún es el hecho de aportar una propuesta fi nal de solución para que nuestro interlocutor tenga claro qué esperamos de él en un futuro, evitando ambigüedades e incertidumbres en su conducta posterior. Como conclusión, y refl exionando sobre lo escrito en los párrafos anteriores, no cabe duda que la persona a la que hemos llamado la atención saldrá de nuestro despacho con una sensación bien distinta a la que podría haber sido de habernos comportado de una manera más agresiva u hostil (e incluso pasiva o duditativa). Entender el ejercicio del liderazgo es ser conscientes de que los buenos equipos solo funcionan si hay comunicación y entendimiento, por ello, el trato personal jefesubordinado y el modo en que te diriges a ellos dirá mucho de tu calidad como líder. Castanyer, O. (1996). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Bilbao: Descleé de Brouwer, S.A. Fensterheim, H. y Baer, J. (2003). No diga sí cuando quiera decir no. Barcelona: Grijalbo. Navarro, P. (2016). Asertividad: 10 claves para no callarte lo que sientes. Recuperado de http://habilidadsocial.com/asertividad-10-claves/ vía @pau4navarro. Smith, M. J. (2003). Cuando digo no me siento culpable. Barcelona: Grijalbo.


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