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ARMAS Y CUERPOS 132

Los cuatro jinetes ( Apoc. VI, 1-8) Beato de Facundo El “jinete fi el y veraz”. (Biblioteca Nacional Francesa) Armas y Cuerpos Nº 132 81 deliberadamente oscuro, sólo entendido por ellos; las siguientes generaciones de cristianos necesitarían ya la ayuda de los escritos de los grandes padres y doctores de la Iglesia para entenderlo. Es lo que hizo Beato en sus dos “Comentarios al Apocalipsis”, dando nombre a todas las ediciones posteriores. El Apocalipsis es, además, un canto a la futura victoria del pueblo creyente que pide el castigo para aquellos que le están produciendo tantos sufrimientos. En España, durante el siglo X, se aplicaría a Almanzor que, con sus 56 expediciones, hizo sufrir terriblemente a los reinos cristianos de la península. No puede extrañar, por tanto, que se leyera en los cenobios, conventos e iglesias con profusión, aún más que los Evangelios. Con el desarrollo de esta tradición jacobea, los cristianos españoles ya tenían un santo a quien recurrir, certifi cación del apoyo divino a la restauración de la monarquía visigoda. Pero necesitaban hacer objetiva y concreta la ayuda. Por ello, se produjo la simbiosis entre el jefe de las milicias celestiales del Apocalipsis (en realidad: Cristo) y Santiago. En el citado libro podemos leer: Vi el cielo abierto y allí un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Veraz, justo en el gobierno y en la guerra, verídico y con justicia juzga y hace la guerra y que la fi era y los reyes del mundo con sus tropas se reunían para luchar contra el jinete y su tropa (versículos 19,11 y 19,19). Se creó así un ambiente favorable para la inventio o descubrimiento del sepulcro, hallazgo que se efectuó posiblemente en la tercera década del siglo IX en el valle de Amaia, sobre un altozano boscoso llamado Libredon. Sin embargo, Sánchez Albornoz afi rmaba también que la devoción al Apóstol no tuvo la más mínima dimensión bélica en sus inicios galaicos. La leyenda de Santiago Matamoros se desarrollaría algo más tarde, en el siglo XII, cuando el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada escribió la historia del reinado de Ramiro I en su crónica De rebus Hispaniae. Este rey astur-leonés, fallecido en el 850, se negó a pagar el tributo de las cien doncellas (cincuenta hidalgas y cincuenta plebeyas) que Córdoba exigía a los cristianos (leyenda con poca base histórica). La guerra se resolvió con la victoria de Ramiro en la batalla de Clavijo, disputada el 23 de mayo del año 844. Según el relato del citado arzobispo, Santiago se apareció


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