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BOINA NEGRA 286

HIISTORIIA PARACAIIDIISTA 55 cursos, tiempos, no lo vamos a negar, de bajar de vez en cuando a la enoteca. También duros tiempos cuando sufríamos bajas, ya fueran en Chinchilla, en Alcantarilla o en Buendía, tiempos de Oración Paracaidista apretando los dientes al dar los gritos y recordar a Conquero, Aragón, Haba, Bargo..., a todos los que nos precedieron en el salto que en lugar de llevar al suelo, lleva al Cielo. Por el trabajo incesante de todos esos años nadie se extrañó cuando llegaron los despliegues en operaciones y todo el mundo tuvo claro que los zapadores debían estar allí desde el principio y hasta el final. Del mismo modo que nadie se extrañó cuando en los encuentros de veteranos se producía un aluvión de veteranos, de Paracaidistas a los que, sin distinción de empleo, bastaba una llamada para hacer un largo viaje hasta Uceda, Alcalá o Paracuellos, con el único propósito de verse unos a otros y de confirmar que el espíritu se mantenía vivo, que la llama que dejamos estaba encendida, que los ingenieros paracaidistas seguían queriendo ser los mejores soldados de la Patria tuvieran la edad que tuvieran, vivieran donde quiera que vivieran. Mi último paso fue muy breve, más de lo que deseé, más de lo que creí. Recién diplomado de Estado Mayor pase un año magnífico en el Batallón. Casi nada había cambiado pero ese año estuvo marcado por tres cosas, los viejos amigos (Ricardo, Guillermo Malo, Octavio, Guillermo Cabrilla…) y la mezcla con las nuevas generaciones (Rello, Sanz, Cervera, Pedro, Ángel, Nicolás…), el despliegue de la Compañía por tercera vez en Bosnia y coadyuvando a la consecución de condecoraciones para la Brigada, la Fuerza de Maniobra y nuestro propio Ejército y la más importante de todas, la colocación de los cimientos del que unos años más tarde sería nuestro Batallón de Zapadores Paracaidistas. Un día de 1989, delante de los que habían sido mis zapadores paracaidistas durante más de cinco años dije: “algún día podre decir lo orgulloso que he estado, estoy y estaré de haberos mandado. A vosotros, paracaidistas, suboficiales y oficiales con los que he compartido los momentos más bonitos de mi carrera, os juro hoy mi lealtad más absoluta”. Hoy, un cuarto de siglo largo más tarde renuevo aquel juramento y os aseguro que al afrontar la última parte de mi carrera, al prepararme para la última parte de mi vida, miro atrás y de lo que verdaderamente me siento orgulloso es de haber sido “capitán de Zapadores”, que me siento más Paracaidista que nunca y por ello sigo pensando que el Honor, la Victoria y Dios nos guían y que le debo a esta Unidad y a todos los que en ella han formado y formarán, todo lo que he sido y todo lo que soy. Viva España, viva la Brigada Paracaidista, vivan los Ingenieros Paracaidistas. ZAPADORES ABRIENDO CAMINO Foto superior: limpiando la ruta de posibles IED en Afganistán Foto inferior: “...se hace camino al andar. Si no hay camino, los zapadores lo construyen”. Zapadores en Afganistán reconstruyendo la carretera para permitir el paso de un convoy Foto inferior: estos 50 años han tenido su precio, 13 ingenieros han entregado su vida en el cumplimiento del deber


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