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TIERRA DIGITAL 11

IV CENTENARIO MAYO 2016 | TIERRA Nº 11 presentes, ni esperan ver los venideros —en sus propias palabras para referirse a la batalla de Lepanto—, pero al que acompañó tenazmente también el fracaso y que al fin de sus días, después de haberse desgastado en afanes indignos de su talento, dio a luz una obra genial. El primer documento es una carta dirigida en febrero de 1582 a don Antonio de Eraso, secretario del Consejo de Indias de Lisboa, en la que Cervantes confiesa la decepción que le ha supuesto no ver atendida su solicitud de un puesto en la Administración de las Indias. Mantiene la esperanza de que por una próxima “carabela de aviso” llegue una vacante, y entretanto se ocupa en escribir su novela pastoril La Galatea, que por su género no dejaba de ser ya entonces una antigualla literaria. Siguen diez documentos que nos hablan de las fatigas, de los sinsabores e, incluso, de las miserias que, entre 1588 y 1591, Miguel de Cervantes hubo de sufrir por tierras andaluzas como comisario real para el aprovisionamiento de las galeras de Su Majestad. Son cuentas de gastos menudos, de arrobas de aceite, de partidas de trigo y cebada, cuando no peticiones judiciales referentes a pleitos surgidos a raíz de sus gestiones, o alegaciones, alguna de las cuales hace ya desde la prisión de la que espera, “si Dios fuere servido”, salir “presto”. Y en el último, fechado en Valladolid, en julio de 1604, Miguel de Cervantes solicita, precisamente, al Rey licencia y privilegio por veinte años para poder publicar su obra El ingenioso hidalgo de la Mancha sic. Cuando se cumplen cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, resulta una buena forma de homenaje poner en limpio todo lo que hasta el momento nos ha llegado escrito de su propia mano, sucinto conjunto que traza el arco prodigioso que va de la decepción, el fracaso y la servidumbre de la lucha por la vida hasta el alumbramiento de la obra que inaugurará, visionariamente, la novela moderna: El Quijote. En cuya segunda parte se lee: Una de las cosas que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa; porque, siando al contrario, ninguna muerte se le igualara. A que esto no suceda contribuye ahora también, noblemente, el periódico Tierra, medio de comunicación de nuestro Ejército, al que como director de la RAE agradezco tan oportuna iniciativa. ¢ 17


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