TIERRA Nº 12 | JUNIO 2016 NACIONAL casi 2 metros, ir literalmente doblados. «Ha sido bastante complicado, porque casi no podía mirar hacia delante. Al subir la cabeza me daba con el techo» reconocía 28 el primero que, recién salido del suelo en otro punto ubicado detrás del edificio principal, sudaba copiosamente como fruto del esfuerzo, con el casco y el uniforme llenos de restos de telarañas. «Tenía que avanzar muy lento. Con el equipo y el armamento, no sé cómo lo haría», afirmaba el segundo. En este punto, también coincidían los más menudos, como la alférez cadete Requena. «Aunque en este caso ser más pequeña es una ventaja, está claro que el avance en una operación real tendría que ser muchísimo más lento que el habitual», subrayó. Riesgos invisibles Una de las cosas que los alumnos constataron en la práctica es que es mucho más fácil perder las referencias en un espacio confinado, donde reina la oscuridad, hay menos oxígeno y el olor es fuerte y desagradable. Por eso, cuando accedían de nuevo a la superficie, los primeros segundos eran de desorientación, hasta que volvían a ubicarse. A este riesgo de desubicación, puesto que en el interior de los túneles no hay cobertura ni medios radio, existen otros importantes. Estos no tienen que ver con la fauna local precisamente —más cosa del cine que de la realidad, porque las ratas, La Sección de Subsuelo del CNP fue la encargada de dirigir las prácticas cucarachas y arañas que habitan el subsuelo suelen huir de la presencia humana—, sino con los gases. El problema de que el aire abajo no sea respirable o haya acumulación de determinadas sustancias se soluciona con un reconocimiento previo y un detector de gases, que es el procedimiento que aplica la Policía. También
TIERRA EDICION DIGITAL 12
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