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MEMORIAL ARTILLERIA JUN 2016

88 ARTILLERíA MEMORIAL , nº 172/1 - Diciembre de 2016 de 2 de Mayo de 1808. Parque de Monteleón, Madrid. Visto el alcance que tomaban los acontecimientos en las calles, con los franceses a tiros con los españoles, Daoíz y Velarde se unieron a la insu-rrección y la lideraron. Tras reducir al destacamento francés, abrieron las puertas del parque, penetrando en masa el pueblo, al que distribuye-ron fusiles, sables, piedras de chispa y cartuchos. ... Daoíz cayó mortalmente herido por los bayonetazos que le propinaron los granade-ros de escolta del general Lefranc, siendo trasladado a su casa por un grupo de compa-ñeros, donde fallecería a las pocas horas. Tomadas las disposiciones nece-sarias para establecer la defensa del establecimiento, se iniciaron los en-frentamientos armados, mientras los vecinos de Madrid se batían heroica-mente en las calles. Frente a unas fuerzas tremen-damente superiores, el combate fue épico, y el comportamiento de los defensores heroico hasta el ex-tremo. Después de varias horas de feroz lucha, la Historia nos mues-tra que Daoíz cayó mortalmente herido por los bayonetazos que le propinaron los granaderos de es-colta del general Lefranc, siendo trasladado a su casa por un grupo de compañeros, donde fallecería a las pocas horas. Su cuerpo, todavía cubierto con el uniforme con el que había muer-to, fue conducido clandestinamente durante la noche a la desaparecida Iglesia de San Martín, situada en la Plaza de las Descalzas. Su compañero, Pedro Velarde, ha-bía fallecido en el acto de un disparo en el corazón, dejando los franceses desnudo su cuerpo y abandonado en la calle, junto a otros caídos, en las inmediaciones del parque, hoy plaza del 2 de Mayo. Tras la lucha, los madrileños re-cogieron su cadáver, aprovechando la noche, y bajo la amenaza del toque de queda implantado por las autori-dades de la capital. Recorrieron el ki-lómetro largo que separaba el parque hasta la iglesia de San Martín con el cuerpo del artillero envuelto en un trozo de tienda de campaña del pro-pio cuartel, para que se encontrara con el de su compañero Daoíz. La tradición recoge que allí un desconocido donó un hábito fran-ciscano, con el que se amortajó a Velarde. Esa misma noche los dos héroes fueron enterrados. Daoíz en una ca-pilla de la misma iglesia, mientras el cuerpo Velarde fue arrojado a una fosa común en el lugar llamado el Jardinillo. El sepulturero, de quien gracias a numerosos testimonios y documentos se conoce su nombre, afirmó haberlo colocado encima de una pila de cadáveres con la finali-dad de poder reconocerlo e identifi-carlo posteriormente.


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