Page 63

REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 854

mientos técnicos o lideren el proceso de adquisición. Desde julio de 2016 el GRUMOCA utiliza una prenda de cabeza específica. La boina turquesa recoge la vieja tradición del color de los distintivos del MATAC y los miembros de la Unidad la consideramos una forma de que todo el mundo identifique la presencia de unos profesionales siempre dispuestos a dar su apoyo a quien lo pueda necesitar. • ger la víctima que no iba a ser otra que un joven compañero de la misma especialidad. Con la excusa durante el viaje de vuelta de que por problemas de salud no iba a poder degustar el magnífico vino que le habían regalado, se lo ofreció como regalo al citado compañero que no daba crédito a tanta generosidad. La broma estaba servida y era sólo cuestión de tiempo, y así sucedió cuando poco tiempo después la víctima invitó a unos amigos a cenar a su casa; en el transcurso de la cual llegado el momento protocolario del brindis y tras una breve exposición de las bondades del vino que se iba a servir y cuyo proceso de elaboración había conocido directamente en su lugar de origen, procedió tras su destaponamiento a servir las copas. Cuando aquel líquido extraño empezó a caer, los presentes se miraron desconcertados pues aquel “tinto” del que también había hablado el anfitrión ni era rojizo ni siquiera amarillo, sino transparente como el agua misma, y es que era eso,… agua. Rápidamente se acordó quién fue el autor de tan generoso “regalo” y lo peor es que no había otra botella que la sustituyera, por lo que se tuvieron que conformar con las maravillosas bondades de la más prestigiosa de las bebidas: el agua. AQUELLOS DEMONIOS ROJOS Era septiembre de 1993 y el GRUMOCA se encontraba realizando el que sería su penúltimo Ejercicio Acuario en la elevación de “El Cejo” dentro del término municipal de Aznalcóllar (Sevilla), lugar habitual de despliegue. Durante el desarrollo del mismo llegó a oídas del Jefe del Destacamento que algo más arriba, es decir en una elevación próxima denominada “Pata del Caballo”, se encontraba desde principios del verano un destacamento ruso con un helicóptero militar y su personal correspondiente, contratado por la Junta de Andalucía para llevar a cabo labores contraincendios. La noticia originó curiosidad pues la “Guerra Fría” hacía pocos años que había dejado de existir. Los rusos necesitaban dinero por la grave crisis económica que atravesaban y ésta fue una de las fórmulas utilizadas por su gobierno para ingresar algunas divisas en las maltrechas arcas estatales. Uno de los días, el suboficial encargado de la Acción Social entabló contacto con ellos y les solicitó la posibilidad de visitar el helicóptero por parte del personal de su Unidad, –al fin y al cabo ya no eran “enemigos”– a lo cual y sin poner ninguna objeción el jefe ruso accedió. Tras comunicárselo al jefe del Destacamento del GRUCOA, pronto se organizó la visita correspondiente, pues una ocasión como ésta pocas iban a surgir. Del grupo de rusos que los recibieron había uno que hablaba perfectamente español, pues hacía las labores de intérprete, debiéndose tan buen español a que era nieto de uno de los famosos “niños de la guerra” que durante la Guerra Civil española habían sido evacuados a la URSS. Tras los saludos iniciales los españoles se encontraban frente a frente con los exsoviéticos, uniformados de campaña y algún que otro con emblemas de la antigua URSS. La situación era rara, pues años atrás a estos hombres se les veía algo así como “demonios rojos”; pero nada más lejos de la realidad, eran personas normales de carne y hueso y que a juzgar por sus caras también estaban impresionados por aquella extraña pero cordial situación. Seguidamente fueron invitados a ver el helicóptero que aún mantenía la gran estrella roja de su anterior época soviética; además no tuvieron ningún reparo en explicar las características técnicas del mismo. La impresión fue tan agradable y todo el mundo se sintió tan cómodo que al final de la visita el jefe del Destacamento GRUCOA cursó una invitación para que al día siguiente nos acompañaran a comer en el campamento. A pesar de que los rusos manifestaron en un principio una cierta timidez e indecisión, la verdad es que al final aparecieron en un vehículo a la hora acordada. La velada fue magnífica y se les devolvió con creces la acogida del día anterior. El personal del GRUCOA estuvo espléndido con ellos haciéndoles preguntas sobre cómo era la vida en Rusia, sus costumbres, etc. Hubo fotografías en grupo y a los ahora visitantes se les notaba una cierta emoción, pues nunca nadie –manifestaban- les habían acogido tan amablemente. La despedida fue tan emotiva que hasta a algún ruso le salió alguna lágrima que otra. Al día siguiente el ejercicio había acabado y se recogió el campamento para la vuelta a Sevilla. Pasado un mes una triste noticia apareció en los medios de comunicación sobrecogiendo a los miembros del GRUMOCA: el helicóptero ruso que había estado haciendo labores de extinción durante la temporada de verano, se había estrellado en su viaje de regreso a Rusia. Todos sus ocupantes habían fallecido. En nuestros recuerdos quedó aquellos momentos vividos y aquella estampa en la que algún que otro miembro nos enseñó las fotografías de sus seres queridos en Rusia. Descansen en paz aquellos amigos. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2016 509 dossier Cabo José Mª Castillo Sánchez Cte. Juan D. Narbona León Torre móvil


REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 854
To see the actual publication please follow the link above