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sos; en cambio en Zamora, a pesar de los esfuerzos de la Junta, no se consiguió el suficiente respaldo de la ciudadanía y la campaña tuvo que clausurarse sin lograr su propósito. Las cifras hablaban por sí mismas: en septiembre, mientras que en Zamora la colecta no superaba las 2.000 pesetas, en Huelva la suscripción para su aeroplano rondaba las 24.000 pesetas. En los territorios insulares y ultramarinos las campañas transcurrían con velocidad propia; es el caso de la colonia española residente en la ciudad de Manila, que en noviembre llevaba recaudadas 60.000 pesetas con el objetivo general de destinarlas a satisfacer las necesidades militares de España en África, aunque se barajaba la posibilidad de comprar dos aeroplanos denominados Filipinas y Manila. Sin embargo, llegado el mes de diciembre solo encontramos en Tablada un aparato Breguet XIV con el nombre de la capital filipina. Tenemos constancia que no todas las propuestas provenían de territorio español ni tampoco eran contemporáneas. Pasado más de un año del Desastre de La marquesa de la Viesca, acompañada del piloto Carlos Morenés, durante la bendición del aeroplano Ciudad Real del que era madrina, en el aeródromo de Cuatro Vientos el día 24 de enero de 1922. Durante la misma jornada se harían entrega de los aeroplanos Santander, Teruel y Cuba/Vengador. (Canario Azaola). Annual y de la apertura –y clausura– de las distintas campañas de ayuda a los soldados; destacamos a modo de ejemplo la oferta que se expuso coincidiendo con la toma de posesión de Marcelo Torcuato de Alvear como presidente de la República Argentina, cuando el presidente de la Cámara Argentina en España, Pedro López Alfaro, anunció como símbolo de la fraternidad entre ambos países la idea de regalar un aeroplano al Ejército español al que bautizarían con el nombre de Hispano-argentino que jamás se llevaría a efecto. LOS AEROPLANOS DEL PUEBLO Por diversas circunstancias el calendario de entrega de los aeroplanos transcurrió de forma diferente al seguido en los ofrecimientos. Las primeras provincias en entregarlos fueron Zaragoza y Salamanca (29 de septiembre 1921) y Murcia (1 y 19 de octubre) justificándose en factores tales como la elección de aviones de fabricación inglesa (De Havilland), frente a las suscripciones adjudicadas con aeronaves francesas (Breguet, que tuvieron que aguardar más tiempo prolongándose la espera durante varios meses. Esta circunstancia daba a entender que –a diferencia de los modelos ingleses– no existía stock de guerra de aeroplanos franceses completos y debieron de fabricarse o montarse expresamente para atender a las solicitudes españolas, en parte, porque acabada la guerra estos aeroplanos se utilizaron para integrar las flotas de las compañías civiles en las nuevas rutas aéreas. Por ejemplo, la compra en agosto del Breguet La Vanguardia, y su entrega pasados cinco meses el día 15 de enero de 1922, reflejaba cierta discordancia más aún si consideramos que desde septiembre de 1921 se estaban entregando aviones DH-4. Por otro lado, mientras que en el puerto de Santander se desembarcaban doce aeroplanos procedentes de Inglaterra, que se acondicionaron para ser transportados a Madrid por ferrocarril; en el aeródromo de Lasarte en San Sebastián, aterrizaban cuatro aeroplanos Bristol F.2B, adquiridos por el Gobierno al margen de las suscripciones populares. 39


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