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España en dicha ciudad, José Melendras. Dahl, que tenía problemas con la Justicia, se embarcaría para Francia en el buque Mexique desde Veracruz el 8 de diciembre de 1936. Frank Tinker, incapaz de conseguir una cita en la Embajada de España en Washington, fue informado desde esa representación diplomática en México que allí se podría solucionar su petición. El Embajador español, Ordás, quedó tan gratamente impresionado por el currículo aeronáutico de Tinker, que allí mismo se le firmó el contrato. Después Tinker regresó a Nueva York, donde Sam Schacter le facilitó los trámites para el viaje, que lo haría en el buque Normandie para arribar a la ciudad francesa de El Havre. Por su parte, Albert Baumler viajaría a Francia en diciembre de 1936, pagando de su bolsillo los costes de la travesía en el transatlántico Queen Mary. En el barco conocería al aviador español Hidalgo de Cisneros, quien pronto sería designado jefe de la Aviación Republicana y que le solucionó la entrada a España desde Francia. A su vez, Jim Peck y Paul Williams, también llegaron a Francia en el Queen Mary, junto a una docena de voluntarios del Batallón Abraham Lincoln. Una vez en Francia, entraron clandestinamente en España cruzando los Pirineos. El Gobierno de la República tenía tres condiciones básicas para que un aviador extranjero pudiese ser contratado: – El piloto debía tener como mínimo 2.500 horas de vuelo. – No tener simpatías pro– fascistas. – El candidato debería acreditar su lealtad a quien hubiese servido con anterioridad. LOS VUELOS DE PRUEBA Al llegar a España, los pilotos norteamericanos fueron sometidos a pruebas en vuelo para conocer sus aptitudes y clasificarlos. Del primer grupo de pilotos que había llegado en septiembre, ninguno consiguió la aptitud como piloto de combate, aunque serían contratados por el Gobierno como pilotos de transporte. Sin embargo, Finick, Leider y posiblemente Lyons consiguieron ser eventualmente admitidos para el combate. De éstos que vinieron con él desde EE UU., Bert Acosta y Gordon Berry. Este último no destacaría durante su presencia en España. Eugene Finick quedó bastante desilusionado. En una entrevista hecha en el hospital, después de su derribo en junio de 1937, manifestó que algunos de sus compañeros se sintieron frustrados y uno de ellos pudo regresar con 7.000 pesetas, parte de su bolsillo y de unos amigos españoles. Relató el caso de otro compañero que cuando llegó el momento de ir al frente se puso enfermo y solicitó ir a Valencia para reunirse con su esposa. Nunca regresaría. Otro de los aviadores era ya muy mayor para combatir en el aire y permanecería en España como navegante aéreo. Los del segundo grupo, encabezado por Bert Acosta, serían evaluados por Hilaire du Berrier, que los consideró aptos. Ellos se quedarían en España como pilotos de bombardeo y fueron enviados al frente vasco. Los que llegaron en diciembre fueron examinados en el aeródromo valenciano de Manises, donde recibirían entrenamiento con los Breguet XIX. Una gran parte de los pilotos norteamericanos que vinieron a España fueron incapaces de alcanzar las calificaciones básicas de vuelo. Sam Brenner y Nold Caldwell que habían permanecido en el escuadrón de Manises serían dados de baja y sus contratos cancelados. Algunos de los que no consiguieron ser contratados como pilotos se unieron al Batallón Abraham Lincoln de la XV Brigada Internacional, como Rolling Dart, Sandy Lane y Thomas Malone. Otro piloto frustrado, Pierre Quiengnec, se quedó como conductor de ambulancia de una Unidad médica norteamericana. LOS CONTRATOS Hubo una gran variedad en las cantidades que se abonaron en los diferentes contratos. Así, a los del primer grupo de pilotos, como Finick, Leider, Lyons, Rosemarin y Shapiro, que serían contratados el 1 de octubre de 1936, se les fijó un sueldo de 100 dólares semanales más 300 pesetas al mes, (un dólar equivalía entonces a 15 pesetas de papel u 8 pesetas oro) con alojamiento y manutención costeados por el Gobierno republicano. El mecánico Tom Godwin fue contratado por 80 dólares semanales más 230 pesetas al mes. A Eugene Finick, cuando entró en la Fuerza Aérea gubernamental se le abonaban solamente 600 pesetas mensuales, pero cuando fue ascendido a Alférez el sueldo le fue incrementado a 1.331,66 pesetas. Los componentes del segundo grupo, el de Acosta, fueron contratados por 1.500 dólares mensuales, pero a los que llegaron en diciembre se les pagaban otros 1.000 dólares más por avión enemigo derribado. A Derek Dickinson y a Orrin Bell se les redujo la paga a la de un Alférez, cuando se comprobó que ambos no tenían la habilidad como piloto que jus- 77 Derek D. Dickinson era el de mayor edad de todos. Su participación fue como observador. En la fotografía aparece con su esposa.


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