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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

130 JOSÉ MANUEL MOLLÁ AYUSO duque a España es por orden directa del rey Católico, que debe ser obedeci-do, ello conlleva el romper su promesa de dejarlo en libertad. Las negociaciones con el duque de Nemours, en numerosas y tensas reu-niones con participación de hombres de leyes y capitanes de ambos bandos, no consiguen alcanzar acuerdos que definan con precisión las nuevas fron-teras, según el Tratado de Granada. Y es que los franceses se saben mucho más fuertes y pretenden arrebatarlo todo por la fuerza. Ese verano, D. Gonzalo, genio estratégico también, toma una difícil de-cisión y se encierra en Barleta. El Consejo de Guerra de los reyes y sus propios capitanes, discrepan de él pues estiman que en la Calabria tiene bue-nas fortalezas y fácil enlace con Sicilia. Pero a la postre esta decisión será muy acertada, porque le permitirá recibir apoyo logístico de Venecia, muy agradecida desde la victoria sobre el turco, su magnífico puerto le permitirá recibir refuerzos militares del emperador Maximiliano y además Nemours, tendrá que retraer casi un tercio de sus tropas para enfrentarse a los españo-les en la Calabria, lo que equilibrará algo más las fuerzas. Mientras se organiza, D. Gonzalo ordena a Navarro, ocupar Canosa, pueblo apenas amurallado, con 500 hombres, porque”sobre esta piedra ten-go que preparar toda la guerra por venir”7. Después de tres días de feroz resistencia, y ya con el permiso de su general, los sobrevivientes, 150 hé-roes, abandonan la plaza, banderas al viento, siendo detenidos dos kilóme-tros más adelante, por la incredulidad de los franceses que no daban crédito a la resistencia presentada por tan pocos hombres. El Gran Capitán tiene que mantener la moral de sus hombres, por lo que organiza salidas, al estilo guerrillero, que al duque de Nemours desquician y es que no puede comprender como sus flamantes suizos son sorprendidos y diezmados, en un ataque relámpago mientras comen uvas. Una noche, con 1.000 jinetes, 3.000 infantes y bombardas y falcone-tes, toma Ruvo, donde entra a saco, matando a cuantos encuentra armados, saqueando todo lo aprovechable y destruyendo el resto. El propio señor de la Pallisse es hecho prisionero y cuando el desconfiado Nemours llega solo puede enterrar a los 1500 muertos que la operación ha supuesto. Aún D. Gonzalo se la volverá a jugar cuando con el calor ya apretando, D´Armagnac decide aflojar el cerco y retirarse a las plazas cercanas en su poder. En este movimiento retrogrado es sorprendido por un falso ataque de los españoles que fuerzan a los franceses a volver grupas, siendo conducidos a una embos-cada que produce gran botín y numerosos cautivos. En septiembre de 1502, se recibe carta del rey, anunciándole la declara-ción de guerra a Francia, ahora ya la situación obedece a la realidad. 7 MARTÍN GÓMEZ: El Gran Capitán. Almena, 2000, pág. 98. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 115-142. ISSN: 0482-5748


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