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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

160 ANTONIO JOSÉ RODRÍGUEZ - EDUARDO DE MESA En la segunda expedición a Nápoles (1501-1504) ya las tropas de a pie enviadas habían sufrido las mejoras derivadas de las reformas de 1495 y 149658, si bien llama la atención la desaparición del soldado escudado en las cuentas que se han conservado, a pesar del excelente resultado que este tipo de combatiente había dado en la campaña anterior. La infantería que zarpó de Málaga estaba formada por 3.042 efectivos divididos en 22 capitanías, entre los cuales había 754 espingarderos, 2.058 lanceros y ballesteros (que se les apuntaba juntos al cobrar lo mismo), 20 escuderos que servían a pie y 97 homicianos59 asturianos. Según estos datos, entre la infantería había mu-chas armas de fuego portátiles, y todas las compañías tenían espingarderos entre sus efectivos, aunque todavía no se había abandonado la ballesta, y parece que todavía no todos los hombres llevaban picas60. 2.1. La Infantería, foco de atracción de la nobleza, y motor de ascenso social En la España medieval los soldados de infantería eran conocidos como peones, término que si bien no era despectivo, no dejaba de indicar que la función de la infantería era estar al servicio de la caballería, y realizar las acciones y tareas más duras y secundarias, algo que cambiaría en la prime-ra década del siglo XVI –tras las campañas del Gran Capitán– cuando el término para designar a los soldados de a pie pase se transforme de peón a infante61. Desde entonces la infantería pudo competir y atraer a los privilegiados a sus filas como simples soldados, ya fueran humildes hidalgos, caballeros o incluso titulados, aunque para éstos últimos ese paso no era otra cosa que la iniciación a la vida militar, antes de conseguir mejores puestos, o comandar su propia unidad. Una parte importante de la gran masa de hidalgos caste-llanos con menos recursos, especialmente durante el siglo XVI, será parti-cularmente proclive a alistarse en los Tercios, donde podía encontrar una forma digna de vida para el estamento privilegiado al que representaban, y también unas posibilidades de mejora social y ascensos. Unas condiciones que en aquel momento sólo ofrecía la carrera profesional de los letrados y 58 Quatrefages, René: La revolución…, op. cit., pp. 91-102. 59 El homiciano era una figura militar medieval, un hombre condenado por asesinato que con-mutaba su pena al prestar un servicio militar al monarca. Ladero Quesada, Miguel Ángel: “Baja Edad Media”, en Ladero Quesada, Miguel Ángel (coord.): Historia Militar de España. Edad Media, Madrid, 2010, pp. 217-377, aquí p. 332. 60 Quatrefages, René: La revolución…, op. cit., pp. 127-129. 61 Ibídem, pp. 229 y 246-249. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 143-188. ISSN: 0482-5748


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