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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

178 ANTONIO JOSÉ RODRÍGUEZ - EDUARDO DE MESA da. Pero en muchos casos sus tácticas eran muy conservadoras y secundarias en una batalla, al no poderse enfrentar a la infantería bien organizada en escua-drones por el miedo a sus arcabuces y picas. La caballería del siglo XVI solía luchar formando la caracole, que consistía en que la caballería descargaba sus pistolas sobre las formaciones enemigas en oleadas, para después situarse en la retaguardia de la formación, recargar sus armas y volver a disparar. Sólo en contadas ocasiones se cargaba. Sus armas principales eran de fuego, y a dife-rencia de las de la infantería tenían un tamaño mucho menor y llaves de rueda o chispa. El alcance de estas armas era más limitado, y a menudo solía fallar la ignición, de ahí que a los jinetes se les instruyese para disparar a bocajarro sobre el enemigo, sólo cuando podían ver las pupilas de sus ojos. Para mejorar la precisión y alcance se inventaría la carabina, que a pesar de la mejora no tenía la versatilidad y alcance del mosquete130. Durante todo el siglo XVI continuaron llegando por el Camino Espa-ñol unidades de caballería española, italiana y albanesa acompañando a la infantería, aunque su número nunca fue excesivamente elevado. Según las cifras que recoge Parker –entre 1567 y 1639–, llegaron 11.800 jinetes a Flandes, lo que representaba sólo un 6% del total. De hecho, el contin-gente de caballería fue bastante reducido dentro del ejército de Flandes hasta las primeras décadas del siglo XVII, y sólo aumentaba la caballería cuando se debía combatir contra Francia, ya que al ser un país abierto se necesitaba más caballería, que se solía reclutar en los Países Bajos y sus cercanías para participar sólo en la campaña militar, prestándose poco cuidado a su reclutamiento, lo que a la postre provocará notables problemas. Durante la primera mitad del siglo XVII sólo las tres últimas expediciones que transitaron el Camino Español por su variante Alsa-ciana llevaron caballería –4.000 jinetes–, ante la posibilidad de tenerse que enfrentar a fuerzas enemigas durante su trayecto. Pero en total, en todo este periodo, por cada jinete que llegaba a Flandes lo hacían casi 20 infantes131.Por todo ello la presencia de españoles en la caballería no era muy elevada. En 1620 el marqués de Belveder –General de la caballería ligera del ejército de Flandes–, informaba que entre las 11 compañías de caballería española sólo había 300 españoles realmente, estando muy lejos de los 1.100 teóricos, ante la falta de reemplazos y la entrada en las compañías de soldados del país132, el prototipo de soldado español seguía siendo claramente el infante. 130 Von Wallhausen, Johann Jacob: Art militaire à cheval: instruction des principes et fonde-mens de la cavalerie. Theodore de Bry, Frankfurt, 1616. 131 Parker, Geoffrey: El Ejército…, op. cit., pp. 45-46 y 328-329. 132 AGS, E, leg. 2308. Carta del marqués de Belveder, Bruselas, 14/4/1620. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 143-188. ISSN: 0482-5748


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