Page 87

RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

86 CARLOS JOSÉ HERNANDO SÁNCHEZ glería debía defender el protectorado de Fernando sobre los cristianos de Tierra Santa. Utilizando una argumentación que separaba de manera prag-mática religión y política, el embajador logró el reconocimiento de esa protección sobre las comunidades cristianas de Jerusalén, Belén, Ramala y Beirut153. Al mismo tiempo, las expectativas cruzadas del año anterior se vieron alimentadas pues, como escribiría Zurita, “tuvieron en este tiempo por cierto las gentes que el principal fin e intento del rey y reina de España era que sus armadas y capitanes y gente, que era de la más ejercitada en las cosas de la guerra que había en Europa, se emplease en la expedición contra los infieles, señaladamente en oponerse a resistir la furia y grande pujanza del gran turco: por lo que importaba pasar la guerra a la tierra de los enemigos y sustentarla en la provincia de Macedonia y Grecia, dan-do favor a los griegos para que se levantasen … mayormente que por este camino sacaban del peligro en que estaba la isla de Sicilia…”154. La ruptura de las hostilidades con Francia por el dominio de Nápoles hacía esperar que los Reyes Católicos retomaran la política de Alfonso V de Aragón en Albania y otras zonas de los Balcanes en función de unos ob-jetivos defensivos reforzados por el espejismo, cultivado en la Cancillería aragonesa, de la conquista de Constantinopla, a favor del cual se produci-ría en 1502 la cesión a Fernando de los presuntos derechos al Imperio de Oriente por parte de Andrés Paleólogo, déspota de Morea y miembro de la última dinastía bizantina refugiado en Roma155. En realidad, Fernando mantenía contactos con diversas instancias balcánicas desde hacía años, como demuestra la actividad de Leopoldo di Tocco, duque de Cefalonia, como legado de su hermana, la reina Juana de Nápoles, enviado a España en 1487-88156. El conocido tópico de “paz entre cristianos y guerra contra infieles”, que el secretario Pedro de Quintana evocaría como el eje de la política del monarca poco después de la muerte de éste, constituyó un motivo re-currente de la correspondencia fernandina a lo largo de su reinado157. Se trataba de un objetivo instrumental, un fin tan genérico como irrenuncia-ble, identificado con el interés de la Monarquía al igual que sucedía con 153 Vid. Suárez Fernández, Luis, Los Reyes Católicos. La expansión de la fe, Rialp, Madrid, 1990, pp. 220-222. 154   Zurita, Jerónimo, Historia del Rey Don Hernando el Católico…, vol. 2, pp. 296-297. 155 Ibídem, pp. 297-298. 156 Vid. Suárez Fernández, Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra de Granada, p. 62. La diplomacia oriental de los Reyes Católicos había ido ensanchando sus horizontes, hasta atraer una embajada del monarca cristiano de Georgia en 1495: vid. Ochoa Brun, Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española, vol. IV, p. 150. 157 Vid. Ochoa Brun, Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española, vol. IV, pp. 360-361. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 45-114. ISSN: 0482-5748


RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán
To see the actual publication please follow the link above