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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

JOSÉ ANTONIO OCAMPO confirmó en la entrevista el concepto que de él tenía formado. Con estos antecedentes se comprende la intervención personal de Antequera ante la Reina para que no se le admitiese la solicitud de retiro, que tenía presentada por verse obligado a ir con el Pelayo, sin cañones aún, a una demostración naval en Tánger, en la entrevista que al final del artículo anterior dejamos referido una entrevista en Deva. La prudente Reina Regente tenía antecedentes de lo que valía Cervera, y la primera entrevista que con él tuvo la relata su notable biógrafo el jesuita P. Risco del siguiente modo: “Por septiembre del año 1887 hizo don Pascual una visita que tuvo gran trascendencia en los destinos que más tarde había de desempeñar. La augusta Reina doña María Cristina veraneaba en San Sebastián, cuando el comandante del Pelayo tuvo precisión de pasar por la linda ciudad guipuzcoana. La augusta señora mostró deseos de conocer personalmente al ya renombrado marino y le envió al comandante del Destructor, don Fernando Villamil, para que le hiciese sabedor de este su deseo. Cervera, con su natural modestia, se excusó, alegando que solo pensaba estar unas horas y que por eso no tenía traje de uniforme ni de etiqueta de paisano que el caso requería; mas la Reina le hizo venir con el de viajero que traía y la entrevista, que fue corta, se hizo en la playa de la Concha. El objeto de ella fue conocer al héroe de Pagalugan y de joló y se redujo a algunas preguntas sobre el Pelayo; pero la favorable impresión que en la Reina produjo la franqueza del marino le decidió más adelante a nombrarle ayudante de órdenes del Cuarto militar Real”. Dos años después de esta escena, incorporado el Pelayo a la escuadra como insignia, pero sin cañones y contra la opinión de Cervera, va a Tánger con la escuadra apoyando una reclamación, y ante farsa tan ridícula y depresiva Cervera pide el retiro a la Reina Regente, fundándolo modestamente en sus fracasos al organizar el Pelayo, y sin alegar razones de salud… “porque no hablaría con verdad, y eso es contrario a su carácter”. Se alarma la Reina ante la pérdida que supone a España y la Marina el retiro de tan prestigioso jefe y consulta con el digno almirante Antequera en el paseo que le invitó a dar en el Destructor, y del que dice este jefe a Cervera: “En el paseo en el Destructor en que Su Majestad me dispensó el honor de acompañarla, habló sobre usted conmigo en el sentido que usted se merece”. Desde entonces formó la prudente señora una firme resolución de no firmar en modo alguno el retiro, y en la misma actitud se pusieron en el ministerio de Marina. El ayudante de Su Majestad, contralmirante Catalá, escribió varias cartas a Cervera, llegando a decirle: “Tengo encargo de decir a usted que retire la instancia y siga en su mando; que se hará lo posible para separarlo de la Escuadra y que vaya a Tolón a terminar el armamento… El interés con que la Señora con su buen talento ha tomado este asunto, es motivo para que sin titubear retire usted la solicitud. Repito que de estos escritos solo tenemos conocimiento usted, la Señora, que los motiva, y yo…” Cervera contestó, y entre otras cosas decía: “… La medida estaba llena y se derramó; y como los militares no podemos protestar de otro modo, lo hice así. Pero basta que S.M. desee que retire mi instancia para que no insista en ella…; y aunque las causas no han desaparecido, confío en que con su valiosa protección podré al fin organizar mi barco, como debe estarlo una poderosa máquina de guerra, tal vez sin tanto brillo, pero procurando que haya fondo; sin que por eso se descuide la superficie. Suplico a usted, mi general, que cuando tenga ocasión haga presente a S.M. mi 116 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 133


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