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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

LA ORGANIzACIóN DEL SERVICIO DEL RESGUARDO MARíTIMO EN ESPAñA DESDE... chos o laúdes. Desde ellos se transbordaba a naves más pequeñas que aguardaban en un sitio determinado, las cuales por último alijaban parte de la carga en tierra. Sin embargo, el proceder de los contrabandistas en las islas Baleares presentaba una particularidad. Si, como norma general, siempre se escudaban en la oscuridad de la noche para los alijos, en dicho archipiélago solían operar de una manera aún más subrepticia y cautelosa, hasta el punto de que muchas veces no les esperaba en tierra ninguna partida para ayudar en el desembarco. En estas islas, los alijos se hacían en sitios solitarios y recónditos o en parajes con escondites idóneos para dejar el cargamento, como cuevas, bosques y matorrales costeros o formaciones rocosas en las que fuera fácil depositar la carga. Al cabo de cierto tiempo, esta era retirada sigilosamente, eludiendo la vigilancia del Resguardo. A pesar de dichas precauciones, las capturas de buques contrabandistas no eran infrecuentes, pues el Resguardo había infiltrado delatores en las filas contrabandistas y conseguía localizar los escondites con asiduidad (36). Muchos de estos buques aprehendidos eran vendidos al mejor postor en pública subasta. La prensa mallorquina publicó por estos años reiterados avisos oficiales de convocatoria a estas licitaciones (37). A partir de 1851 fueron mucho menos frecuentes los combates marítimos entre buques españoles de guerra y naves contrabandistas, señal de la merma del poderío que estas habían mostrado hasta entonces. Dos de las más importantes de estas acciones bélicas las protagonizó, en aguas del estrecho de Gibraltar, el falucho Luisita, de la primera división. En la primera tuvo que habérselas con el buque de la misma clase Primavera (38), del que se apoderó tras cuatro horas de fuego contra más de 80 contrabandistas. Unos meses más tarde, el Luisita se medía con el San Ramón, con el que se cañoneó y al que, para reducirlo, hubo incluso de abordar. La acción se saldó con la muerte del capitán del buque contrabandista y con tres hombres heridos de entre los más de treinta que conformaban su tripulación. También resultó herido el segundo. Una vez capturado, el San Ramón fue traslado a Algeciras (39). Muy lejos quedaban los tiempos en que los buques contrabandistas gozaban de poder y fuerza suficientes para derrotar a sus frustrados captores, como algunas veces sucedió durante el reinado de Fernando VII (40). (36) Gaceta de Madrid, 2 de junio de 1850. Se hace referencia a la captura en la cala del Romagueral de una partida de contrabando. Este es solo uno entre los numerosos ejemplos que se pueden ofrecer de esta forma de proceder. (37) El Genio de la Libertad, 15 de agosto, 5 de octubre y 22 de noviembre de 1852, 10 de octubre de 1853, 27 de enero y 29 de mayo de 1854, 22 de octubre de 1856, etc. (38) Gaceta de Madrid, 8 de julio de 1851. (39) Gaceta de Madrid, 9 de septiembre de 1851.Como resultado de esta brillante acción, la reina concedió al comandante del Luisita la Cruz de Marina y recompensó a su segundo con un ascenso. El Luisita se perdió en un naufragio en aguas de Tarifa el 9 de diciembre de 1856, indigno final para tan brillante hoja de servicios. Gaceta de Madrid, 21 de mayo de 1857. (40) Este tipo de encuentros bélicos fueron habituales durante aquel reinado, como se refleja en la Gaceta de Madrid, que se encargaba de informar sobre su resultado. MAESTRE DE SAN jUAN PELEGRÍN, F.: «El contrabando por las costas de Murcia durante el reinado de Fernando VII», en Murcia Histórica, núm. 9. Murcia, 2010, pp. 4-23. Año 2016 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 51


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