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REVISTA ARMAS Y CUERPOS 133

Armas y Cuerpos Nº 133 25 ya que el temor a contraer alguna enfermedad contagiosa podía ser algo muy delicado. La vida diaria del cadete en la Academia se desarrollaba con toda normalidad dentro de la austeridad del Centro. Los dormitorios eran naves corridas donde dormían en cada una de ellas hasta un total de 50 cadetes, alternando los de 1º con los de 2º. De lo único que disponía cada uno era de una cama, una silla y una taquilla con un espejo. Las tradiciones se sucedían sin parar, tradiciones que han perdurado largamente en el tiempo, como por ejemplo el que cada Caballero Cadete de 2º curso tenía un hijo académico (el fi lio) que era un cadete de primer curso y que dormía precisamente en la cama de al lado. Los de 1º que dormían un lugar más allá eran sobrinos de aquellos. Por lo tanto se creaba un parentesco académico que hacía que las relaciones entre cursos fuera muy agradable de unión y compañerismo. Los Sargentos y Cabos Galonistas no podían tener fi lios pero sí sobrinos. Esta costumbre comenzó cuando los mejores cadetes de segundo curso tutelaban a los de primero hasta las vacaciones de Navidad por lo menos. El pasillo que existía entre las cabeceras de las camas estaba ocupado en parte por las columnas de la nave. Se llamó el pasillo de perdigones y solamente podían pasar los Caballeros de 2º curso. Obviamente éstos ensanchaban todo lo posible el lugar para poder transitar por él en detrimento de la anchura de los lados, cosa que no importaba demasiado porque, al fi n y al cabo, por allí sólo tenían que pasar los “nuevos” (cadetes de 1º). Si uno de éstos “osaba” cruzar el mencionado pasillo de perdigones, las “iras” de los de 2º eran descargadas sobre su taquilla, cama o lo que pillasen por el medio. Las aulas donde se impartía docencia tenían una capacidad de 30 cadetes por cada una. Los bancos de los alumnos eran de madera y hierro, dobles; el profesor disponía de una mesa con una silla sobre una tarima, y como ayudas a la enseñanza existían las típicas pizarras, un mapa mural de España y un material sofi sticado para la época llamado “epidiascopios” (proyectores de opacos), además de cintas cinematográfi cas adquiridas, al principio, por el Ministerio de la Guerra a la Nación alemana y Centros especializados en diversas materias. Las prácticas y la instrucción Además de las clases de orden táctico que tenían los cadetes, existían las llamadas prácticas de conjunto. Estas tenían por objeto el dar, en los distintos periodos o épocas del curso, la instrucción militar, de una o varias Armas, que fuese necesario para preparar, completar o perfeccionar las enseñanzas, tanto teóricas como de las distintas clases de instrucción militar que se iban dando durante el curso. Así pues, se dividían los cuarenta y cinco días disponibles en cuatro períodos, que eran:


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