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REVISTA ARMAS Y CUERPOS 133

Armas y Cuerpos Nº 133 59 La implantación de esta sociedad, que parece no conocer otro límite que la imaginación humana, puede incluso hacer tambalear los propios fundamentos del Estado y de la concepción actual de conceptos tan arraigados como la soberanía o la territorialidad. Internet, la red de redes, es factor determinante de la globalización cultural, diseñando nuevos escenarios socioeconómicos, y ya es considerado por muchas doctrinas como un nuevo dominio en el que llevar a cabo actividades bélicas o de defensa. Estos ejemplos de lo que esta Sociedad de la Información puede traer consigo, además del ya indiscutido incremento de la calidad de vida, han pasado de ser simples conjeturas a formar parte del estudio y la concepción estratégicas de todos los países de nuestro entorno. Partiendo de la base de que la Red está viva, y en un proceso de crecimiento imparable, se ha convertido en un espacio común, al que denominamos “Ciberespacio”, que sirve a fi nes legítimos y positivos, pero que también viene acompañado de algún aspecto negativo. En el caso que nos ocupa, la aparición y desarrollo de conceptos como Ciberamenazas, Ciberguerra, o Ciberdefensa, este último recientemente adoptado por las Fuerzas Armadas españolas con la creación del Mando Conjunto de Ciber-Defensa. No obstante, el mundo virtual basado en la tecnología digital se ha convertido en un reto intelectual para unos, y una barrera para otros. La complejidad técnica de los sistemas informáticos y del diseño de las redes, y los protocolos de comunicaciones que se utilizan, generan indudablemente diferencias de conocimiento entre los usuarios de la Red, que sin duda son aprovechados por unos pocos para hacer prevalecer sus intereses. A esa difi cultad para comprender y conocer el mundo digital, hay que añadir la complejidad del escenario global, donde los tradicionales límites geográfi cos quedan desdibujados por la realidad del tráfi co internacional de información; y la interacción entre sujetos sometidos a distintas jurisdicciones con marcos legislativos distintos, lo que sin duda da lugar a espacios de impunidad o paraísos informáticos en los que el control normativo, por intereses superiores o por nivel de desarrollo de la sociedad, no existe legislación o es muy permisiva. Por último, Internet se revela como un mundo virtual donde no existen los mismos patrones sociales del mundo real, un mundo al que nos asomamos ocultos tras la pantalla, anónimos y asumiendo nuevos roles. Donde la protección que ofrece la facilidad de crear identidades fi cticias, supone un acicate o desinhibidor de nuestros temores frente a las barreras sociales, impulsándonos a veces a superar la legalidad establecida. A la incultura digital, al vacío legal, y al anonimato de la red, se suma el rechazo social a cualquier medida restrictiva orientada a la seguridad. La idea romántica de una red como máximo exponente de la libertad de expresión está muy arraigada. Cualquier medida de control es interpretada como Portada Manual Tallinn El mundo virtual basado en la tecnología digital se ha convertido en un reto intelectual para unos, y una barrera para otros


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