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REVISTA ARMAS Y CUERPOS 133

Raíces cristianas Sin entrar en excesivos detalles podemos señalar que el sentimiento espiritual cristiano a lo largo de la historia, es un aspecto muy acreditado y arraigado en el pueblo Español, y por ende en sus Fuerzas Armadas. Se parte de la base del convencimiento sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen. Ya en el año 325 en Nicea, el Papa San Silvestre convoca un Concilio en el que se afi rma: “Creo en Dios… y en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios”. El Papa San Celestino I, en el año 431, en el Concilio de Éfeso declara que: “María es Madre de Dios, por ser Madre de Jesús, Hijo de Dios”. En los Concilios del 418 y 529 se declara que: “La muerte del hombre es consecuencia del pecado. Que el pecado ha herido la libertad humana y que el pecado de Adán alcanzó a todos los hombres”. Por todo ello, las bases estaban puestas. María es la Madre de Jesús, Hijo de Dios, que no podía nacer con el pecado original. La Virgen María es un signo de limpieza, de belleza, de Santidad, de perfección de plenitud, de vida nueva. Es un anticipo del ideal humano, del proyecto que Dios había soñado para el hombre. Un modelo por lo tanto, para cada persona, para cada creyente, para la Iglesia y para la humanidad. 88 Armas y Cuerpos Nº 133 La Virgen, Madre, tiene un especial atractivo para los creyentes. El pueblo creyente, teólogos, universitarios y militares en los siglos XV y XVI trazaron sendas al dogma Inmaculista con el Voto. ¿Qué era el Voto Inmaculista? Según la Real Academia de la Lengua, el Voto es una promesa hecha a Dios, a la Virgen María o a un Santo que obliga a determinados actos morales como Acción o Petición de Gracias, según unas formalidades regladas. Por el Voto Inmaculista el creyente se obligaba a unos actos religiosos. Don Pedro Calderón de la Barca lo hace como otros y lo sella con su sangre. Aquí, en fi n, la cortesía, el buen trato, la verdad, la fi rmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados. Inmaculada protectora


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