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REVISTA GENERAL DE MARINA DICIEMBRE 2016

propietarios de barcos formaron dicha flota armada con el fin de que realizaran los viajes en compañía. Esta se instituía el 26 de enero, «dijeron que a servicio de Dios nuestro Señor y por el bien y comodidad del comercio de estos reinos, y conformándose con las órdenes que Su Majestad a dado y encargado a sus vasallos y súbditos de sus reinos como de fuera de ellos, quieren y tienen voluntad de introducir y formar una flota de navíos para el comercio de este mar mediterráneo», y nombraron almirante de ella a Francisco Imperial. J. A. G. V. 25.019.—La Compañía de Guardias Marinas de Cartagena El capitán de navío Domingo Navas estableció la Compañía en Cartagena con la llegada de los sesenta guardias marinas que traían desde Cádiz los navíos Vencedor y San Eugenio. El primer maestro de la academia fue un antiguo profesor de Artillería, Jacinto Ceutí. Se instalaron en la plaza de San Agustín, en un inmueble propiedad de la Hacienda procedente de un desahucio. Para establecer la academia se utilizó la vivienda del comandante del arsenal, que tuvo que ser realojado en una casa particular. No obstante, se encargó al arquitecto Juan de Villanueva un nuevo edificio en la Muralla del Mar en 1788. El 25 de agosto de 1789 se colocó su primera piedra, enterrándose una «cápsula del tiempo» que contenía el acta escrita sobre pergamino, monedas de la época y el retrato del rey Carlos IV. Con los lógicos retrasos debidos a la precaria situación económica de la nación, las obras finalizaron en 1810. Sin embargo, los guardias marinas ocuparon las instalaciones a partir de 1802. El edificio lo describió el insigne Vargas Ponce de la siguiente manera: «Primer piso salas de estudio, comedor y cocina con todas sus dependencias; las salas aulas son nueve; tres algibes sic; cuatro brigadas por piso, una en cada ángulo. En el principal la vivienda del capitán comandante y la capilla. En el segundo la del teniente, y en el ático las dos últimas brigadas. En medio el observatorio que es un octógono. El alférez no está dignamente alojado y lo está con demasía el capitán. Cada brigada está muy bien distribuida, con tantas alcobas como son Guardias Marinas, una sala común. Su peluquería, cuarto para los criados arriba y vivienda cómoda para el Ayudante; cada brigada se compone de quince Guardias Marinas; todavía tardará algunos años.» G. V. R. 25.020.—Ordenanzas El 4 de noviembre de 1606 firmó el rey Felipe III las Ordenanzas para Armadas del Mar Océano y Flotas de Indias; pero siendo necesario tratar además sobre preceptos de policía en las naves de España, una Real Cédula de 27 de febrero de 1607 disponía que: «Parece muy necesario que en los navíos de mis armadas y flotas según el tamaño de cada uno, haya de tres hasta seis hombres que acudan a lavarlos y limpiarlos de ordinario, estando reservados por esto de cualquier otra ocupación; porque se ha considerado que, así como las naves particulares se conservan mucho por andar por ellas sus dueños que tratan con tanto cuidado de su limpieza, duran poco las mías por faltar quien haga esto que mando se comience a establecer en mis armadas…». J. A. G. V. 25.021.—Los últimos héroes de la Patria vieja fueron las primeras víctimas de la Patria nueva El historiador Paul Groussac finalizó su libro Santiago de Liniers, Conde de Buenos Aires con la frase «los últimos héroes de la Patria vieja fueron las primeras víctimas de la Patria nueva», MISCELÁNEA 910 Diciembre


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