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REVISTA IEEE 8

120 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 8 / 2016 En consecuencia, puede afirmarse que, de los tres elementos que constituyen la credibilidad (capacidad militar, intereses y reputación), la reputación tiene un peso mucho menor de lo aparente. En cuanto a la cuestión de los intereses, serían de aplicación las conclusiones al-canzadas al estudiar las características de la disuasión por castigo y los cálculos coste/ beneficio de los Estados: en un conflicto entre un Estado motivado por la oportunidad y otro motivado por la necesidad, este último es capaz de soportar un nivel de sacrificio mucho mayor que el primero, de forma que, al final, tiene muchas más posibilidades de alcanzar la victoria. Uno de los factores en los que los intereses tienen un papel fundamental sobre la credibilidad de una estrategia de disuasión es la proporcionalidad: si la disuasión no responde a un planteamiento racional, es decir, si la magnitud de la amenaza no está en consonancia con la entidad de la acción que se quiere disuadir (con los intereses en juego), entonces surgirán problemas significativos de credibilidad68. El problema de la proporcionalidad ha sido históricamente uno de los «talones de Aquiles» de la disuasión nuclear, especialmente de la occidental. Ya en 1958, el mariscal de campo británico Bernard Law Montgomery (segundo jefe del Mando Europeo de la OTAN en ese momento) se preguntaba si, en el caso de un ataque ruso menor ejecutado con fuerzas convencionales69: « ¿Era creíble amenazar con que Occidente emplearía sus medios nucleares estra-tégicos contra las ciudades soviéticas, recibiendo en respuesta la represalia soviética que pondría a Estados Unidos y al Reino Unido fuera de juego? … Para nosotros los británicos actuar de esa manera supondría un suicidio nacional. No creo que eso ocurriese. Cuando ambos bandos tienen suficientes armas nucleares, los medios disua-sorios sirven simplemente para disuadir al otro de emplearlos como armas». Las críticas de Montgomery respondían a la reciente adopción por la OTAN en 1957 de la doctrina denominada Massive Retaliation70. En ella se afirmaba que la de-fensa del territorio europeo de la OTAN requeriría la «explotación inmediata de la capacidad nuclear de la OTAN, tanto si los soviéticos empleaban armas nucleares o no»71. En realidad, si la única respuesta disponible ante cualquier agresión era una guerra termonuclear total, no solo la disuasión en sí misma perdía credibilidad ante el adversario, sino que era difícil que los aliados europeos supuestamente protegidos por la disuasión nuclear norteamericana considerasen que esa garantía era mejor que cualquier otra solución a una crisis que asegurase al menos su supervivencia. 68  MORGAN, Patrick M.: op. cit., pp. 87-88. 69  POWASKI, Robert E. The entangling alliance: The United States and European security, 1950– 1993. Greenwood Press. Westport 1994, p. 39. 70  Organización del Tratado del Atlántico Norte. NATO’s Strategic Concept MC 14/2. 71  Ibídem. http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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