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dentes, mediante la aprobación de créditos extraordinarios en Decretos Leyes? ¿Qué planes hay en relación a estos programas? —Uno de los objetivos fundamentales de cualquier ministro de Defensa es tener unas Fuerzas Armadas que estén plenamente preparadas y adaptadas a los nuevos tiempos y que cuenten con los materiales y equipos a la altura de las circunstancias, en un escenario en el que la tecnología juega un papel capital. Para ello, desde finales de los ochenta y mediados de los noventa se pusieron en marcha una serie de programas orientados a satisfacer las necesidades de las Fuerzas Armadas dotándoles de los mejores equipos y sistemas de armas posibles. Con este mismo impulso se diseñaba y desarrollaba también la base industrial y tecnológica de la defensa que ha dado mucho empleo de calidad con una formación en investigación, desarrollo e innovación muy importante, a más de 17.000 personas de forma directa en nuestro país y a muchas más de forma indirecta. Pero desde aquellos años ochenta han pasado ya casi treinta; y nuestras Fuerzas Armadas, que hoy disponen de unos medios y materiales punteros, saben que esta apuesta tecnológica que tenemos por delante va poco a poco caducando con el tiempo y que hay que hacer la necesaria renovación. Los programas especiales de armamento hoy se encuentran ante una triple encrucijada. En primer lugar, la presupuestaria, que hace que tengamos que buscar soluciones que nos permitan garantizar los pagos y las inversiones. Ya hemos dado el primer paso; en el Consejo de Ministros del 9 de diciembre aprobamos trasladar a 2017 las cantidades correspondientes al año 2016, de tal manera que no se pierda ninguna programación. Paralelamente estamos trabajando en el presupuesto del año 2017, que ya va a incluir el total de la anualidad conjunta (correspondiente a 2016 y 2017) y que está cifrada en 1.824 millones de euros. En segundo lugar, hay que tener en cuenta el ciclo inversor. Todos los programas especiales de nuestras Fuerzas Armadas disponen de tecnología punta, pero algunos se adquirieron hace más de veinte años y ya están terminando su ciclo útil de vida. Y, finalmente, para afrontar este desafío tenemos que dar estabilidad al nuevo modelo de gestión de los programas que ya tenemos, que ha de ser más eficiente, más ágil y más centralizado. —¿Cuál es su diagnostico sobre la situación de la industria de defensa española? ¿Qué necesita para ser más competitiva? —Tenemos una industria de defensa nacional útil, tanto para el mantenimiento del material como porque es capaz de fabricar equipos y sistemas para investigar, para desarrollar y para innovar, que beneficia no solo en el ámbito de la defensa sino también en el de la industria civil. Esta investigación y este desarrollo son muy positivos para las Fuerzas Armadas, pero también para el tejido industrial del país y también para nuestra balanza de pagos, porque es un sector netamente exportador. Junto a esto, Eu- La ministra de Defensa con los militares del destacamento Mamba, desplegado en Gabón. Febrero 2017 Revista Española de Defensa 9 Ricardo Pérez/MDE


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