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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

136 MIGUEL GONZÁLEZ MOLINA grupo de artilleros, dirigidos por Proust, desarrollaron el primer vuelo con fines militares de la historia en 1792. Era un globo aerostático usado como sistema de detección de información terrestre». En referencia al capitán, indicó que «hace 86 años, en 1930, salvar una vida le costó la suya. No hay adjetivo para reconocer aquel que entrega su vida por otro, no existe. Decía Shakespeare que la memoria es el centi-nela de nuestro cerebro y una ciudad que aspira a seguir creciendo de forma inteligente no puede permitirse perder la suya para poder seguir mirando hacia delante con firmeza y confianza. Todos los que estamos aquí estamos en honor y memoria de José Antonio Méndez Parada». Seguidamente, Pedro Méndez, familiar del capitán, señaló que «hace 86 años su abuelo, Pedro Méndez, hermano del capitán, con otra emoción distinta a la suya pronunciaba unas palabras al poner la placa original, un 22 octubre 1930. Es como si las cosas hubieran sucedido para recordarnos que actos como aquel del 7 de marzo de 1930 dejan una huella que trasciende el paso del tiempo». Finalmente, tras el unánime aplauso de los asistentes, entre los que también se encontraban algunos militares de la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra y de la Escuela Militar de Paracaidismo, se descubrió la nueva placa. EL ACCIDENTE El viernes 7 de marzo de 1930, sobre las 9:30 h de la mañana, el ca-pitán Méndez Parada y el soldado-mecánico Fortunato de la Fuente, de 23 años, se disponen a despegar en un avión Havilland de reconocimiento 9-93, para efectuar un vuelo de prueba. El aeroplano había sido traído reciente-mente desde Logroño. Hace poco, y con motivo de un accidente ocurrido en el Parque de la Escuadrilla Regional de Los Alcázares, el comandante Ricar-do Bellod Keller, jefe del Parque, dio la orden de que los aparatos proceden-tes de fuera se probaran en vuelo. El capitán, como jefe de Escuadrilla del Parque Regional de Cuatro Vientos, era uno de los encargados de esta mi-sión y, atendiendo a la petición del soldado, le escogió como acompañante. El aparato voló con normalidad por los alrededores del aeródromo durante un cuarto de hora. Hallándose a unos cuatrocientos o quinientos me-tros del aeródromo, y en las proximidades de Leganés, el capitán notó una grave avería en el avión. Viendo que el accidente era inevitable y temiendo por la vida del soldado que le acompañaba, le dijo que se lanzase en para-caídas. Éste, sorprendido por la orden, se precipitó al abrir el paracaídas y Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 136-156. ISSN: 0482-5748


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