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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 337

EL fuerte ruido de los motores y las espectaculares maniobras de las 165 aeronaves que sobrevuelan desde el pasado 27 de febrero el desierto de Nevada (EEUU) se han integrado en el paisaje, como las luces de neón de los cientos de locales de ocio que iluminan la cercana ciudad de Las Vegas. La mayoría son cazas y aviones cisterna estadounidenses; el resto procede de España, Holanda y Singapur. Agrupados en dos bandos, se enfrentan día y noche con armamento de instrucción y bombas reales en un combate aire/ aire y aire/suelo en el ejercicio de caza y ataque Red Flag considerado como el más importante del mundo, el más exigente y el más complejo. Para estas maniobras, nuestro país ha desplegado por primera vez diez Eurofighter de las Alas 11 (Morón de la Frontera, Sevilla) y 14 (Albacete), además de tres Hércules C-130 del Ala 31 de Zaragoza y dos Airbus A-310 del 45 Grupo que han transportado a la zona material logístico y personal de mantenimiento. En ellas también han participado, durante el paso de las aeronaves por el océano Atlántico, un avión P-3 Orion y dos D-4 Vigma con medios de Búsqueda y Salvamento cuya responsabilidad, una vez abandonado territorio nacional, pasó a ser de Portugal, Canadá y EEUU. En ellos viajaban miembros del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Ejército del Aire preparados para realizar rescates en alta mar. En total, España ha enviado al Red Flag a 229 militares. En estas maniobras, tan importante y complejo como los enfrentamientos aéreos, ha sido proyectar hasta allí todos los medios logísticos necesarios para que los Eurofighter estén al 100 por 100 de sus capacidades. Nunca antes habían volado tan lejos, a 9.000 kilómetros de distancia, atravesando el océano Atlántico, primero, y prácticamente todo EEUU, de este a oeste, después. En todo el trayecto contaron con el apoyo de dos aviones cisterna Boeing TK-767 italianos —durante el ejercicio real, el combustible se lo suministran dos Hércules españoles—. «Estas maniobras suponen un reto importante para el Ejército del Aire —explicaba el jefe de la base aérea de Morón, coronel Carlos Ysasi, poco antes de que los aviones partieran rumbo a la base de Nellis, en Nevada, el pasado Un piloto de Eurofighter termina de ajustarse la equipación antes de subir al caza. 18 de febrero—. En primer lugar, porque es la primera vez que, tanto los Eurofighter como sus pilotos, participan en estas maniobras. En otras ediciones lo habíamos hecho con aviones F-18. Y en segundo, por el esfuerzo logístico que supone. Toda la carga viaja en transporte aéreo, que es muy caro, por lo que hemos tenido que calcular muy bien lo que llevábamos para no excedernos ni tampoco quedarnos cortos». El Red Flag también es un desafío para el Mando Aéreo de Combate (MACOM), responsable del planeamiento y conducción de las maniobras. «Nos adiestramos en actividades operativas, logísticas, apoyo y mando y control. Nos permite tener a nuestra gente entrenada », señaló el segundo jefe del MACOM, general César Simón. Con este ejercicio, en definitiva, se trata de mejorar el adiestramiento avanzado de las unidades de combate dependientes del MACOM. Para ello ha creado una Agrupación Aérea Expedicionaria, a cuyo frente está el coronel Manuel Ojeda, compuesta por personal de múltiples unidades de centros, organismos y mandos del Ejército del Aire, que se ha proyectado fuera de área y, una vez en su destino, «se ha integrado en una coalición internacional formada por distintos países no todos pertenecientes a la OTAN y, por tanto, no utilizan los mismos procedimientos, las mismas tácticas, y con los que, en muy poco tiempo, hemos tenido que coordinarnos para operar de manera conjunta », añade el general. 42 Revista Española de Defensa Marzo 2017


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